— Ángela – giro su cuerpo al escuchar la voz de Alberto, a su espalda
— Alberto – susurro tan bajo que llego a dudar que la hubiese escuchado siquiera
— ¿Podemos hablar? – quería negarse
— Por supuesto, ¿podemos ir a la cafetería? – Zacarías la esperaba en el auto, le había enviado un mensaje hace diez minutos, así que escribió un y corto mensaje avisando sobre su retraso
— ¿Cómo estás? - ¿Qué podía responder? Estaba bien, pero no feliz del todo
— Bien y ¿tu? – no quería extender la conversación, tenía que volver a casa
— ¿Por qué Ángela? – ella sabía que él preguntaba por su ruptura
— Es lo mejor Alberto, te quiero, pero me temo que no lo suficiente para permanecer a tu lado – se