Capítulo 74. Pecados

—Ellen. —Mabel lloraba sin consuelo, su mano se aferraba a la de la mujer dormida sobre la cama, se veía tan pálida, tan desprotegida. Ella no podía soportar ver a su hija de aquella manera.

Mabel sabía muy bien que ella y Jack tenían la culpa del sufrimiento de su hija, habían sido un mal ejemplo para ella toda la vida, nunca le mostraron nada distinto a la ambición y el resentimiento.

—Lo siento, mi querida Ellen, no supe cómo educarte. Mi amor ha sido un veneno que fue metiéndose en tu sangre y corazón poco a poco. Aunque fuiste tú quien haló el gatillo de aquella pistola, siento que fue mi mano la que te guio a hacerlo, con mis actitudes y la presión que ejercí sobre ti todo este tiempo.

Mabel cerró los ojos y otra cascada de lágrimas se desbordó por sus mejillas, su corazón estaba destrozado. Jamás en la vida había experimentado tanto dolor, no pensó que ver a su hija tras las rejas iba a hacerle conciencia de sus actos.

—Despierta, cariño, despierta —pidió con voz rota—. Quería
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