CARISSA BRITOS
Me dirijo a la clínica, aunque no tengo ganas de ir. Se que esto es lo mínimo que puedo hacer por mi madre después de todo el sufrimiento que le he causado.
Veo a uno de los médicos que me hace preguntas de rutina normales, me hace subir a la báscula, checa mi presión arterial, escucha mi corazón y finaliza dándome distintas órdenes médicas para ir al laboratorio a qué me practiquen análisis de sangre y orina. Mi madre me llama para preguntar si fui o no a la cita y le respondo.
-Tendrías que ir al ginecólogo también. El doctor Ferro es el mejor. Pide una cita- Esa sugerencia no me gusta nada
-Ya me atendí con el doctor al que me enviaste mamá- Digo firme, no deseo que me revise íntimamente ni un médico ni nadie
-Pediré una cita yo y te acompañaré entonces- Maldigo y voy a pedir una cita
-Es la última vez que hago lo que desees madre. Te lo advierto- Cuelgo la llamada molesta y avergonzada
Después de haber sufrido la violación a manos de ese despreciable ser humano