Capítulo 459
Pero quien estaba parado en la puerta no era el empleado del servicio, sino Pedro, un hombre alto y apuesto.

En este momento, ya se había quitado el abrigo y solo llevaba puesta una camisa blanca de corte sencillo pero de excelente calidad.

La camisa se ajustaba perfectamente a su delgada cintura.

Él se paraba casualmente en la entrada, bajo la luz del pasillo. Esto lo hacía ver muy atractivo.

—¿Qué vienes a hacer aquí? —Bella frunció el ceño.

—¿Por qué no llevas zapatos? —Pedro también frunció el ceño.

A Bella le molestaba mucho ese tono de voz de él. —Si tienes algo que decir, dilo; si no, ¡me voy a cerrar la puerta!

Fue entonces cuando Pedro levantó la mirada, observándola con un aire de despreocupación. —Rosa olvidó su aparato de belleza y a esta hora las tiendas ya están cerradas, ¿no tienes uno nuevo que puedas prestarle?

¡Que se vaya al diablo!

¡Encima la llama Rosa, como si Pedro temiera no molestarla lo suficiente!

—Lárgate.

Bella dijo en tono frío, e intentó cerrar la puerta,
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