Julia sintió que la conmoción y la preocupación se fundían en una sola. Se sobresaltó y la ayudó a levantarse, exigiendo: "¿Qué te pasa, Deirdre? ¿Por qué estabas escondida en el armario? Y Dios, ¡¿por qué tiemblas tanto?!".
Las pestañas de Deirdre temblaban. Buscó desesperadamente su voz y cuando por fin salió como un susurro agitado, exhaló: "Estoy... bien...".
"¡No me vengas con esa tontería! ¡Parece que acabas de ver un fantasma!".
Deirdre soltó una carcajada seca. Era como si hubiera tenido un roce con la mismísima muerte... y por ahora, sobrevivió. "Estoy bien, de verdad. Yo... solo necesito un favor. Por favor, Julia".
"¿Q-Qué clase de favor?".
Deirdre cerró los ojos. "Nunca le digas a nadie mi nombre".
"¿Tu nombre?". Algo más grande que la confusión y el interrogatorio se cernió sobre Julia. "¿Por qué?".
Explicar todas las complejidades de su vida era demasiado agotador, así que Deirdre se limitó a responder en voz baja: "Sé que en el fondo eres una buena chica, Julia, p