Kyran la miró con dulzura. Sacó del bolsillo algo que llevaba mucho tiempo guardando y se lo entregó a Deirdre. Aunque estaban arrugados e irreconocibles, Deirdre supo en cuanto los tuvo en la mano que eran sus pasajes de avión a Germia, los boletos hacia su libertad.
Las lágrimas empezaron a correr por su mejilla y Kyran se las secó suavemente. Tecleó en el teléfono: "He estado esperando a que volvieras para poder cumplir mi promesa. Deirdre, me alegro de haberte encontrado y de que sigas viva".
Deirdre pudo sentir su alivio a través de la voz y las palabras mecánicas. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Kyran vaciló y avanzó cojeando.
"¡Kyran!". Deirdre se sobresaltó y se apresuró a apoyarlo, pero Kyran pesaba tanto que apenas podía sostenerlo.
Deirdre se agachó y le puso la mano en la frente. Cuando se dio cuenta de que tenía fiebre, exclamó con la voz temblorosa: "¿Qué pasó? ¿Por qué está con fiebre?".
Declan frunció el ceño y se acercó para ver cómo estaba Kyran.