Faye fue directamente a la mansión Becker esa tarde. Llevaba un pequeño recipiente de comida con el nuevo plato que acababa de aprender a preparar. Su corazón latía rápido de emoción. Quería que la primera persona en probarlo fuera la señora Monika.
Cuando entró, la mansión estaba tranquila y silenciosa. La señora Monika estaba en la sala, sentada en un sillón de masajes. Sus pies descansaban en un pequeño recipiente que giraba lentamente.
La anciana parecía en paz. Tenía los ojos cerrados y respiraba con calma. En pocos minutos se había quedado dormida.
Faye caminó de puntillas hacia la mesa del comedor y empezó a colocar los platos en silencio. Pero uno se le resbaló de las manos y cayó con un fuerte ruido.
Los ojos de la señora Monika se abrieron de golpe. Qué está pasando aquí, dijo con voz aguda.
Faye se quedó quieta. Abuela, yo preparé un plato para usted, dijo tímidamente, sosteniendo la pequeña olla.
La señora Monika parpadeó varias veces y ajustó sus gafas. ¿Tú me preparaste