Esa noche mientras lloraba, Roxana tomó una decisión por ella y por ese bebía que estaba en su interior ya no esperaría nada de Víctor ni dejaría que sus palabras le afectaran.
- Descuida hijo, tienes una madre y con eso es más que suficiente – indicó tocando su vientre.
A la mañana siguiente Roxana se despertó siguiendo su rutina de los sábados al despertar y preparar el desayuno para ella y alimentar a Eduard con una de sus papillas.
Justo cuando estaban a medio desayuno, ellos recibieron a una invitada.
- Buenos días Roxana – en eso la castaña vio a su suegra ingresar a la cocina.
- Ah… - saludó Eduard.
- Hola amorcito – dijo la mayor al ver la emoción de su nieto al verla – hm… que rico ¿es papilla de manzana? – habló mirando su cara manchada.
- No, hoy toco de pera – indicó la castaña dándole otra cucharada y notando su emoción al comerla.
- Que rico, por cierto, Roxana hoy no podremos acompañarte porque tenemos un compromiso al medio día con unos amigos importantes – inf