María permaneció allí por unos instantes, viendo alejarse los autos y luego abandonar el lugar donde se había refugiado. La niña sollozó mientras la escena de la agresión a su madre y luego el disparo se repetía en su mente una y otra vez. La niña se dio la vuelta, salió corriendo de la habitación, atravesó la habitación y salió.
¿Donde está todo el mundo?
¡¿Por qué no habían venido tras ellos?!
¡¿Qué había pasado para que todos actuaran como si nada estuviera pasando?!
Necesitaba decírselo a su padre. Su familia tuvo que salvar a su madre, tía y pareja. Y cada vez que pensaba en lo que había visto, su pánico crecía tanto que amenazaba con asfixiarla.
— ¡Papá! — gritó, dirigiéndose hacia las tiendas.
Diego se levantó, preocupado. Estaban tardando demasiado y ahora se arrepentía de haber impedido que Víctor los persiguiera cuando ya habían pasado diez minutos. Habían pasado casi veinte minutos y hasta María se había ido.
Algo estaba fuera de lugar.
— Iré a ver por qué tardan tanto. — a