Capítulo 5

La observé, solo pude limitarme a eso.

Y entre más tiempo pasaba junto a ella, los pequeños detalles comenzaban a hacerse visibles, como la pañalera escondida detrás del escritorio y la fotografía del fondo de pantalla en el celular de Jessica, el cual la infante comenzaba a bloquear y desbloquear.

De pronto, una llamada cruzó el celular y de un manotazo la niña contestó.

– Jessica – Llamó una mujer del otro lado, lo único que obtuvo fueron balbuceos y — ¿Sarah?, ¿En donde está mamá?

No recuerdo con exactitud lo que pensaba en ese momento, lo más probable es que mi mente se hubiera mantenido en blanco, recopilando la información que la vida ponía sobre mis manos.

– ¿Jessi estás ahí? - Elevó un poco la voz pero al no recibir respuestas colgó.

Fue ahí donde mi pasividad se vió alterada por la pequeña niña que se acercaba gateando a mí.

Mientras lo hacía, la recapitulación de mi convivencia con Jessica me mantuvo disperso. Había una sensación extraña que no me dejaba tranquilo, un fuerte sentimiento en el pecho que quería ignorar.

Sorpresa, enfado, tristeza, decepción. Quería saber cual de ellas era más fuerte, y cuantas de ellas me harían adoptar el papel de villano. El afecto que había comenzado a sentir por Jessica se adelantaba a todas ellas, y las exponenciaba.

Sarah, como la habían llamado en el telefono, me sacó de mis pensamientos al colgarse de mi pierna. Si debía dar una primera impresión; no tenía un solo rasgo de Jessica.

Cedí a los segundos de sus tirones y pronunciaciones vagas de "cargame".

Al sostenerla, mi rostro se convirtió en su mayor atención. Tiró de mi cabello y con sus pequeñas manos cubrió cada centimetro.

No tenía un juicio bien armado en la cabeza. Solía ser frío al formar ideologías, pero aquello me tomó desprevenido y la grata energía de Sarah estaba contaminandome, no sé que es lo que me llevó a sentir preocupación e inundarme en empatía, pero en ese momento olvidé los contratiempos que Jessica pudo generar en la empresa al omitir ese detalle de su vida. Al contrario, quise entender.

—Jess — El hombre que ingresó por la puerta hizo que el flujo de mis pensamientos se frenara, nuevamente me volví solo un receptor de información.

Fruncí el ceño.

Se detuvo en la puerta al verme y su ceño se frunció apenas un poco.

Sarah gritó algo parecido al nombre "Marcos" e impulsó su cuerpo hasta quien suponía, era su padre.

–Hola Sarah – Extendió los brazos mientras la recibía con felicidad. Al darsela y sentir su brazo rozar el mío, sentí verdadera incomodidad.

——Jessica——

No podía evitarlo, supe en cuanto escuché la voz de Marcos, Sarah y Mateo, que no podía tomar las riendas de lo que me esperaba.

–Soy marcos, el...

—No necesito explicaciones — Estaba apunto de cruzar llegar a la puerta cuando Mateo salió de ella. Me observó por breves segundos.

–Yo...– Me interrumpió.

–A mi oficina – Me pasó derecho y maldije en mi interior. Mientras él cruzaba la puerta y se perdía de mi campo de visión, Marcos llegó a mi lado con la pañalera colgada al hombro.

—Debí esperarte en el estacionamiento — Negué, observando aún la puerta de madera por la que Mateo había desaparecido.

—Gracias por venir — Me limité a decir, pensando en los posibles escenarios que me esperaban.

–Ni lo menciones. Ahora me voy, resuelve esto — Apretó mi hombro al pasar al lado de mí, Sarah apenas emitió un sonido en mi despedida, estaba completamente centrada en él. A decir verdad lo agradecí, por que en ese momento necesitaba procesar muchas cosas. Mi experiencia avalaba el miedo que comenzaba a subirme por la garganta en ese momento. Según lo que conocía; en la habitación contigua me esperaba una carta de despido.

Después de pasar semanas en la corporación, esperaba que los valores de Mateo no se vieran afectados omitiera o no a Sarah. Aunque al final seguía en un sistema que no consideraba a las personas como yo.

Salí del trance en el que me había sumergido cuando escuché las puertas del ascensor cerrarse, suspiré e intenté cargarme de toda la seguridad posible.

Toqué tres veces la puerta y no tuve ninguna respuesta, después de segundos me decidí por ingresar.

–¿Tomaste el tiempo para despedirte? —Preguntó apenas entré.

Me sentí aún más pequeña de lo que anteriormente me sentía. Él se sentó detrás de su escritorio y desde ahí me observó un largo tiempo, en el cual pense que estaría encontrando las palabras para despedirme. Pero solo suspiró.

—Esto no se volverá a repetir — Sentenció y apartó la mirada — Retírate.

Sus expresiones y palabras no fueron las más suaves, pero sentí regocijo. Apreté los labios, intentando no sonreír y asentí.

—Por supuesto — Mencioné antes de encontrarme de nuevo en la sala de espera. Aquel día fue en suma normal hasta el final, sin contratiempos y como si la situación de la mañana se hubiera esfumado, incluso pensé que no volvería a mencionarse, hasta esa misma tarde.

Volví a ingresar a su oficina, dejé sobre su escritorio las carpetas y papeles que debía firmar. Del otro lado, el itinerario del dia siguiente.

— Se tienen contempladas cinco reuniones, le mandé una copia a Hernán y atrasó su vuelo una hora por que la última vez la junta en G & J se prolongó treinta minutos. En el avión él continuará programando los eventos bajo mi supervisión.

Asintió.

Los acomodé un poco más a la orilla y cuando estuve a punto de despedirme de él una llamada cruzó por su telefono. Esa fue la primera brecha que minimizó nuestra comunicación, no tenía idea al salir del edificio esa noche, que los días siguientes apenas intercambiaría palabras con él. Y que aquello repercutiría en el grato ambiente en el que nos habíamos encontrado.

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