POV: MAEVE
— ¿Secreto supremo? Me gusta cómo suena. — Rigan sonrió con malicia mientras pasaba un poco de chocolate en la punta de mi nariz. — Pero no podrás contárselo a nadie.
— ¿Ni siquiera a Any? —pregunté con un brillo de esperanza en los ojos.
— ¡Mucho menos a ella! — gruñó en respuesta, con una voz baja y amenazante.
— ¡En vez de lobos, tengo dos ratoncitos ladrones de pastel! — La firme voz de mi padre resonó en la cocina. Apareció de pie, mirándonos desde arriba con una sonrisa divertida. — Parece que tuvimos la misma idea. ¿Quedó algo para mí?
— Será mejor que te apures, viejo, o Maeve se comerá el pastel como si fuera una presa indefensa. — Provocó Rigan con una mirada travies