Marie Moreau
El domingo es el día libre de las cocineras, por lo que a la una no hay nada que comer y estoy famélica, por lo que saco del refrigerador una pechuga de pollo y la comienzo a hervir, pensando en lo estúpida que fui al beber de esa manera.
Si no hubiese estado tan borracha el no hubiese logrado nada conmigo, me reprocho mientras corto papas y zanahorias en cubos para hervirlas en el agua donde ya el pollo está casi listo.
Preparo una ensalada con estos ingredientes y me sirvo un generosa porción, esta delicioso, Joseph acaba de salir, que lo invitaron a jugar golf, yo detesto el golf, no sé que le ven las personas a ese juego.
—Hola mamá. —Me saluda Mateo apenas entra a la cocina, no respondo a sus provocaciones y continúo comiendo en la mesa de la cocina.
— ¿Te comieron la lengua los ratones?— Pregunta con una sonrisa sirviéndose sin permiso de lo que acabo de preparar.
—No sabía que cocinabas tan bien. — Me dice, después de probar la primera cucharada de comida.
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