Benz es llevado a un bosque desolado para que Charlotte cobre la venganza que siempre ha querido y aunque él pudiera ir tras las rejas, o morir lentamente, Charlotte se quiere asegurar de que el mal nacido este muerto, que ya no respire más para poder estar en paz.
Valdés se encarga de amarrarle las manos a Benz y los pies, para luego tirarlo al suelo. Ya está amaneciendo y serían mentiras si Charlotte no está nerviosa, claro que sí. Después de tantos años por fin lo tiene frente a frente.
Se agacha para quedar a su nivel mientras sostiene el arma que había comprado idealmente para el momento años atrás.
—¡Mírate! Estás como la rata que siempre has sido— le dice y Benz sonríe, jamás se permitiría verse derrotado
—eres una perra, solo sirves para la cama y ser la sirvienta de tu familia. No eres nadie— dijo con dificultad porque le duele la herida y los golpes que le dió Valdés
—¡Maldito, te odió!— ella se coloca de pie y lo empieza a patear como una loca, mientras que los escoltas