—¡Eres una chiquilla insolente y descarada!—bramó Blackthorne enfrentándola, sus ojos llenos de furia.
—¡Yo no tuve la culpa!—Emma se defendió entre sollozos; ¿acaso él no la comprendía? Acababa de sufrir un evento traumático y él no hacía otra cosa más que gritarle.
—¡Me dijiste que ibas a ver a tu abuela!—bramó su esposo molesto—, pero en vez de ello, te fuiste a un club nocturno. ¡Eres una mentirosa!—Blackthorne quiso pegarle, pero se detuvo en el último momento y se giró, pateando la silla delante de él.—Te metiste en problemas otra vez—resopló cansado—; y yo tuve que salir en tu rescate, como siempre. Me has dejado en ridículo ante todos.—Ya me estoy cansando de ti, ¿cuándo aprenderás a comportarte?—le dirigió una mirada severa; ella solo podía llorar sentada el sofá de semi cuero; que Chris utilizaba para descansar.—Estás castigada, ¿me oíste?—le dedicó una mirada severa, ella intentó hablar.
—Yo no quería—Emma comenzó, pero él le interrumpió poniendo un dedo sobre sus labios.
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