Incluso empecé a pensar que la muchacha de la foto solo se parecía a mí, que en realidad no era yo.
También dudé de que Mateo tuviera razón al decir que yo había olvidado cosas de la infancia. Quizá estaba equivocado y me confundió con esa niña a la que, de niño, le hizo una promesa.
Y esa niña… era la que salía en la foto.
—Jamás te lo habrías imaginado... —Michael me sonrió—. En ese tiempo, él ya quería tenerte.
Contuve lo que sentía por dentro y contesté bajito:
—Seguro están confundidos. Esa no era yo. Antes de conocerlos, nunca tuve contacto con él, así que es imposible que tuviera una foto mía. Mucho menos que le gustara.
Michael siguió sin confirmar ni negar nada.
—Lo creas o no, da igual. La verdad es que siempre ha querido tenerte. Incluso esa noche de la reunión de exalumnos... también fue una trampa suya.
Yo ya sabía que esa noche la había planeado Mateo.
Pero siempre pensé que lo hizo por odio, por desprecio hacia mí.
Pero lo que decía Michael me sonaba a todo lo contrario: