Dominic relamió sus labios sin darse cuenta. La sola idea de tener a su omega a su total disposición lo excitó se sobremanera. Sus ojos comenzaron a volverse más agudos y el verde en ellos se volvió más intenso.
Apretó la sábana debajo de sus dedos y una gota de sudor corrió a lo largo de su espalda. La camisa de seda que tenía comenzó a pegarse a su piel y solo la retiró para intentar enfriarse con el aire acondicionado dejando su torso desnudo. Cerró sus ojos tomó un suspiro. Debía contenerse.
Él era un alfa y no uno cualquiera que se dejaba llevar por sus instintos. Había sido bien criado y entrenado en su autocontrol para no caer a los pies de ningún omega detrás de su dinero. Pero co