30| Alex.

Mi hermano se sentó en el amplio mueble frente a mi escritorio, y yo me quedé ahí, paralizado, sin atreverme a preguntar qué había encontrado. Pero fue él quien habló, mientras su largo cabello caía como una cascada rubia por su espalda.

—Es muy atractiva, hermosa, toda una belleza latina. Entiendo por qué la hiciste tu amante.

—¡Ella no fue mi amante! —le dije con rabia, mientras apretaba los puños por encima del escritorio. Giré mi silla, mirando hacia el océano, no dándole la espalda—. Tuvimos una relación antes de Gabriela. Eso fue todo. Los periódicos son muy amarillistas, deja de creer las tonterías que dicen.

—Entiendo —me dijo—. Seguramente mamá la apreciaba. Por algo le dejó su herencia. Pero si te soy honesto, no encuentro un verdadero motivo para que lo hubiera hecho. No le dejas toda tu fortuna a alguien que simplemente te cae bien o aprecias. ¿Ella sabía sobre su relación?

Yo asentí, sin mirarlo.

—Creo que ella lo sospechó desde el principio, pero no dijo nada. Sabía que
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