130| Alex.
Pasé el resto de la tarde en la casa de Xavier. No tenía fuerzas para ir a mi casa y tampoco para enfrentar a nadie. Me recosté en la cama de Xavier, y él se recostó al otro lado mientras veía una serie de televisión, estiró su mano y acariciaba mi cabello como si aún pudiera soportarlo tanto como yo.
— esto todavía podría dolerme tanto como a ti — dijo él — . Porque ahora resulta que ya ni siquiera somos hermanos completos. Ahora resulta que somos medios hermanos. Pero eso no importa. Siempre seguiremos siendo hermanos, ¿no es así?
Yo asentí.
— Claro que sí — le dije — . Siempre seguiremos siendo hermanos, siempre.
Entonces, después de tanto esperar, al fin la puerta sonó, y yo caí sentado de golpe, pues ya había llegado. Mi corazón latía con tanta fuerza que Xavier lo escuchó al otro lado de la cama.
— Ya está aquí, ya está aquí — repetí. Me puse de pie y salí corriendo. Cuando abrí la puerta, en efecto, era el juez al otro lado, con su cabello entrecano y su brillante sonrisa.