Esa confesión me tomó por sorpresa. No lo esperaba. ¿Ahora sí estaba siendo sincero conmigo?
Me separé un poco de él, en estado de shock.
— ¿Qué? — pregunté, al cabo de unos segundos.
— Si te oculte algo. —suspiró. — El día del secuestro, ellos no escaparon. Uno murió, le disparé.
¿Qué? Esto no podía ser cierto.
Mi papá, un asesino.
Hasta decir la frase no quedaba bien. No puedo creerlo y tampoco lo haré. Él es una gran persona, no la haría daño a nadie.
Si, pero intento pegarte.