Capítulo 22: Eso no va a pasar

Me desperté temblando en la cama, hacía frío y no llevaba cobertor. Leo estaba dormido a mi lado, su brazo recostado en mi estómago, su respiración lenta y frágil, como la de un bebé inocente. Pero no era inocente. ¡Era un enfermo!

Saqué la almohada de debajo de mi cabeza con lentitud. Si la ponía sobre su rostro el tiempo suficiente, lo mataría. Quería que muriera. ¡Lo despreciaba tanto! Pero Leo se removió en la cama y me atrajo hacia él con fuerza. Su respiración me crispó y no de forma positiva. Lo odiaba con toda el alma y le haría pagar por todo lo que me había hecho. Sus labios rozaron mi nuca y viajaron lentamente hasta la comisura de mis labios. Y, aunque me sentía asqueada, dejé que continuara. Lo necesitaba vulnerable y manso.

—Sabía que lo recordarías —dijo acariciando mis labios con los s

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