—Es mentira.
—Es la pura verdad. Me costó creerlo. Le dijo dando un sorbo a su copa con vino. –Ella le confesó la verdad al mortal por amarlo, y él la asesino después de haber obtenido de ella lo que quería.
—MENTIRA. Le espeto. – ¿Como podrías saber eso?
—Es lo que cuentan los ancianos. Es la única manera de matar a alguien como tú. Además, no te has puesto a pensar en algo, ¿Por qué crees que me encargue de tu amante Eduard?
¿Qué? Eso no podía ser cierto… Le faltaba aire para