Nina
Enzo no pareció reconocerme enseguida con el uniforme y el cabello recogido. Entró y se sentó en el mostrador mientras yo le servía café a otro cliente, y que casi derramo por toda la mesa del susto.
Me temblaban las manos al acercarme al mostrador. ¿Me estaba siguiendo o era solo una coincidencia? Ahora, más que nunca, me arrepentía de haberme acostado con él. ¿Por qué se empeñaba en jugar así con mis sentimientos? ¿No podía simplemente pasar a la siguiente chica?
Caminé detrás del mostrador e inmediatamente le di la espalda, fingiendo que me ocupaba con la máquina de café.
"Hola, Nina".
Así que sí me reconoció.
Respiré hondo y me giré hacia él.
"¿Qué haces aquí?".
Enzo miró a su alrededor y gesticuló un poco con las manos. "¿Qué quieres decir? Es una cafetería. Tengo hambre".
Fruncí el ceño y crucé los brazos sobre el pecho. "Tú y yo sabemos que podrías haber ido a cualquier otro restaurante de la ciudad, pero elegiste éste. ¿Me estás siguiendo o algo?".
Enzo