Rocío, bajo la insistencia de su abuelo, también fue al hospital a visitar a Sofía, llevando un gran ramo de brillantes claveles rojos. Al entrar, comenzó a hablar con sarcasmo.
—Siempre enferma, ¡qué delicada eres! ¿No estarás fingiendo?
Rocío puso los claveles en un jarrón, lanzando una mirada de