Renaldo sonrió con frialdad, mientras la sostenía con fuerza.
—Bien, márchate de mi camino, y si tanto quieres hacer tu papel de sirvienta, hazlo, pero lejos de mí —la soltó y se dio media vuelta, porque quería entrar de nuevo a su habitación y cerrar la puerta, para huir.
Pero, ella se había sentid