CAPÍTULO 3. PADRE COBARDE

UN AÑO DESPUÉS

Había pasado una semana, desde que habían acudido al cementerio con motivo del primer año del fallecimiento de su madre, le llevaron hortensias blancas y pasaron el día en el cementerio, le contaron como habían sobrellevado la vida desde su ausencia. Su padre se había negado a ir, nada había sido sencillo, pero tenían que continuar sus vidas.

Macarena por su parte, se había graduado de bachiller y había comenzado a estudiar ingeniería química en la Universidad Metropolitana, ya estaba en el segundo semestre. Macarena trataba por todos los medios de que su familia sufriera en menor grado la pérdida de su madre, se levantaba muy temprano, ahora ni despertador necesitaba, tanto tiempo que espero su madre para que ella pudiera lograr despertarse sola y nunca pudo, siempre tenía que ser ella quien lo hiciera.

El primer día que durmió en casa después de la muerte de su madre, fue un momento doloroso, se despertó y esperó como siempre que su madre apareciera con esa sonrisa para abrazarla y besarla, pero no apareció y nunca más podría volver a vivir esos momentos.

Ahora ella lo hacía con sus hermanas, Melody, se alegraba y la besaba, a veces lloraba, pero con Meredith todo había sido complicado, la cuestionaba, le decía que ni creyera que le guardaría consideración, porque no era mucho mayor que ella, solo nueve meses y ni remotamente se sentía que tenía alguna autoridad sobre ella. Su hermano, había tratado por todos los medios de apoyarlas, pero lo que vivían no era fácil, eran muchas las veces que las situaciones escapaban de sus manos, su padre se había dado al alcohol, vivía encerrado, los insultaba sobre todo a ella, hasta tal punto que tenía temor de acercársele para evitar conflictos, pero a veces era necesario, porque no podía dejar que no se alimentara. Se dirigió a su despacho, llevándole la bandeja de comida y apenas al verla le dijo— ¿Qué haces? No ves que no te quiero en mi presencia, me hace daño verte.

Macarena le respondió— ¿Por qué me odias padre? ¿Acaso no soy tu hija?

Su padre con violencia le arrojó la bandeja al suelo, y le dijo: —Por supuesto que eres mi hija, pero eres muy parecida a ella, cuando te veo, pienso que debiste haberte ido tú y no ella, Melinda era mi vida y no soporto vivir sin ella, como tampoco soporto tu presencia —expresó con rabia.

Ella no soportó sus palabras y molesta le espetó —En vez de estar lamiéndote tus heridas, deberías atender las empresas, darnos amor a nosotros, mamá se sentiría muy decepcionada de ti. Tanto como yo me siento, eres un cobarde al no querer enfrentar la vida.

— ¡Cállate! —le dijo su padre dándole una bofetada, ella no hizo ningún movimiento, ni siquiera tocó su rostro para sobarse del golpe que su padre le había dado y que le producía ardor. Siguió insultándola con odio—, eres una insolente, siempre lo has sido, como a ti nada te duele, eres una chica sin sentimientos, ni siquiera has llorado la muerte de tu madre, que clase de persona no se inmuta ante la muerte del ser que le dio la vida. Ella veía la vida por ti y ni siquiera has derramado una lágrima por ella.

—Porque alguien debe mantener el control en esta familia. Por eso, si no piensas atender las empresas y los bienes que con tanto sacrificio mi madre logró junto contigo, otórgale un poder a mi hermano para nosotros hacernos cargo, no entiendes que tu actitud nos está llevando a la ruina y no lo digo por mí, porque después de la muerte de mi madre no creo que nada sea peor, sino por tus otras hijas Meredith y Melody, son unas niñas que no se adaptarían a la pobreza, las han mimado mucho, si no te importamos Eugenio y yo, entonces hazlo por ellas —le dijo saliendo del despacho.

Subió las escaleras y entró a su habitación, se miró en el espejo, tenía la mano de su padre marcada en su rostro, las lágrimas intentaron hacer su aparición y ella las bloqueó diciéndose —¡No vas a llorar!, nada te duele, tú no tienes derecho a sentir Macarena, tus emociones murieron con tu madre, así que tienes prohibido expresarlas—se dijo con rabia.

Ahora su preocupación eran las empresas, las cuales su padre había dejado en manos del tío Thomás, aunque no era familia de sangre, le decían así por qué había sido amigo de sus padres desde hacía mucho tiempo, antes de que ellos nacieran, sin embargo, su hermano y ella no confiaban en él, sospechaban, que hacía mal manejo de los bienes de la empresa, su hermano y ella habíaN decido enfrentarlo ese día.

Macarena, respiró profundo para alejar las emociones que intentaban surgir, debía mantenerse serena. Su prioridad debían ser sus hermanos y por ello debía mantener el control, ellos eran lo más importante en su vida y la razón por la cual se levantaba todos los días temprano, ellos ahora eran su energizante. Lo otro que la ayudaría a seguir, sería su venganza contra la familia Pagliuca, ellos debían pagar, el maldito que asesinó a su madre y el resto de su familia, porque ellos lo habían encubierto valiéndose de que su riqueza era superior para comprar la justicia y esta les fue favorable, pero juraba que de ella no escaparían, tarde o temprano les cobraría todos y cada uno de los sufrimientos de su familia.

Llegó su hermano, la saludó con un beso en la mejilla y le informó —Ya llegó mi tío Thomas, está estacionando —ella respondió afirmativamente con su cabeza.

Thomas era un hombre como de cuarenta años, trigueño de buen parecido, los saludó y le dijo a Macarela—¿No me pedirás la bendición?

—Discúlpeme tío, pero hoy no me sale, no estoy muy contenta con su actitud —le dijo seria.

—Tiene razón tu padre, cada día estás más insolente —le respondió.

—Si ser sincera lo llaman insolencia, entonces seré insolente —expresó la chica sin tapujos. Su hermano le tomó por el hombro para qué callara.

—Tío —le dijo Matías Eugenio—, queremos que por favor nos rindas cuentas del estado de las empresas de nuestra familia, tanto de la red de supermercados como la de cines. Necesitamos ver las cuentas, lo que producen, las últimas inversiones en este año.

Thomas se quedó viéndolos y manifestó—No tienen nada. Tu padre me pidió un préstamo, le exigí mi dinero y me pagó con las empresas. También hay un préstamo bancario que no se ha pagado, y van a embargar las casas de Margarita, Mérida y Tucacas y los demás inmuebles que tienen en Caracas. Incluso esta casa que está hipotecada.

—¿Qué se ha creído? ¿Qué va a robarnos y salir indemne? —interrogó sosegadamente Macarena. La chica lo dijo tan tranquilamente que Thomas frunció el ceño.

—No los estoy robando, todo es legal, aquí están los documentos —le dijo dándole sendas carpetas a Eugenio, quien de inmediato empezó a revisarlas. Con cada lectura su cara reflejaba, miedo, dolor, preocupación.

—¿Cuándo mi padre firmó todo esto? —interrogó Matías Eugenio.

—Durante todo lo que va de año, desde la muerte de tu madre —respondió Thomas.

—Usted es un aprovechado, mala gente, que se ha valido de la condición de mi padre para hacerlo firmar esa serie de documentos. No crea que me trago el cuento que fue legal lo que hizo. Usted siempre ha sido un pesetero que antepone su amor al dinero a la amistad, pero no crea que eso se quedará así, mi papá es un alcohólico con facultades disminuidas.

« Él no puede comprometer nuestra herencia, he leído y pedido asesorías de los que saben, el cincuenta por ciento de los bienes eran de mi mamá porque eran parte de la sociedad conyugal, de allí debíamos heredar los seis, porque mi padre acude como si fuese otro hijo para heredar de los bienes de mi madre, lo cual significa que nos correspondía el ocho coma treinta y tres por cientos para cada uno. Usted no puede quedarse con nuestro dinero.

—¿En serio y a dónde vas a acudir para denunciarme? ¿Con qué dinero contratarás a un abogado para que los defiendan? A no ser que te aproveches de tu juventud y de tu cuerpo para buscarte un amante rico —expresó mirándola lascivamente de pies a cabeza—, si quieres te puedes acostar conmigo y te doy más del ocho por ciento—manifestó con una sonrisa guasónica.

Matías Eugenio se alteró con su comentario y le dijo—¿Cómo se atreve a hablarle así a mi hermana? Es usted la peor plaga que he conocido.

—No es falta de respeto, es la verdad, no tienen nada que hacer, lo único que tienen es un apartamento en La Candelaria que está a nombre de la insolente de tu hermana. Porque está casa ya no es de ustedes, un tribunal vendrá en dos días a embargarla con todo lo que esta dentro.

—Le juro por los restos de mi madre, que le cobraré esto que nos está haciendo, recuérdese bien de este día, porque llegado el tiempo va a sentir el peso de mi justicia—el odio la invadía, ese sería el único sentimiento que se permitiría sentir, la gente era una porquería, como se habían aprovechado de ellos, sin ninguna compasión, no lo sentía por ella sino por sus hermanas. ¿Qué haría? ¿Cómo las iba a alimentar? Tendría que trabajar y dejar sus estudios, el desespero quería controlar, pero no podía permitirlo.

Cuando extendió la vista, su padre estaba escuchando la conversación que tenían con Thomas y su cara estaba roja de la furia, porque se vino empuñando sus manos para encarar a su supuesto amigo diciéndole —¿Qué has dicho?

—Lo que has oído perfectamente. Tú firmaste esos documentos, yo nunca te obligué —manifestó con suficiencia.

—Confié en ti, jamás imaginé que serías capaz de hacernos eso. Mi esposa siempre supo que no eras de fiar y yo como un imbécil omití su recomendación, y ahora te has apropiado de lo que tanto trabajo nos costó a mi esposa y a mí y que era el legado de nuestros hijos. Miró a sus hijos y posó su rostro en Macarena y le dijo: —. Perdóname mi amor, fui un mal padre, tenías razón en restregarme mis errores, mi princesa Rena, les he arruinado la vida, su propio padre por imbécil ha destruido la vida de sus hijos, los he decepcionado, decepcioné a mi Melinda, debe estar entristecida. Lo siento tanto Eugenio. Aunque no lo crean, los amo a ti, a Macarena, fue la primera princesa que tomé en mis brazos, a mi Meredith y mi Melody, perdónenme mis hijos —expresó.

Luego salió corriendo al despacho, cuando lo vieron salir derrotado, ambos chicos corrieron detrás de él, Macarena logró por un momento sostenerle el brazo, pero él la empujó con fuerza mientras les pedía perdón, se encerró en su despacho, y no les permitió la entrada mientras ellos tocaban exigiéndole que les abriera.

Rita los escuchó gritar y al ver lo que pasaba, buscó las llaves del despacho, abrieron la puerta y en ese mismo instante su papá se encontraba frente a ellos con una pistola en la sien, la cual disparó sin pérdida de tiempo, la sangre les salpicó encima, su hermano pegó un grito y acudió donde su padre que yacía en un charco de sangre con parte de su masa encefálica esparcida en el suelo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Macarena se mantenía impávida sin expresar emoción alguna. Sostuvo a Rita quien empezó a llorar. Escucharon los pasos de sus hermanas, Macarena fue a su encuentro para retenerlas y que no presenciaran lo que había pasado, sin embargo, Meredith se zafó de su agarre, entró a la oficina, pegando de seguida un grito de terror, lloraba desesperada. Ella se quedó con Melody, mientras la niña lloraba —¿Es papá? ¿Le pasó algo?

Macarena movió su cabeza afirmativamente, la niña la volvió a interrogar —¿Por qué no lloras Rena? ¿Acaso no te duelen las muertes de nuestros padres? ¿Por qué ahora siempre tus ojos están vacíos? Como si nada te importara.

—Si me importan, Matías Eugenio, Meredith y tú, son las personas a quienes más amo y por ustedes sería capaz de hacer todo, son quienes me impulsan a no derrumbarme, nunca te olvides que son importantes para mí —la abrazó con toda su fuerza.

Luego de eso debió hacer los trámites para el sepelio, no tenían dinero y debió poner en venta muchas de sus cosas para poder pagar los servicios funerarios de su padre, aplazaron el embargo debido a la situación que estaban viviendo. Lo peor fue ver que todos los supuestos amigos les dieron la espalda, solo estuvieron ellos cuatro, la señora Rita y el señor Jonás, no había más nadie, se cumplía la frase “Cuanto tienes, cuanto vales”.

Tenía tantas cosas por hacer, debía pedir sus papeles en la Universidad e inscribirse en una pública, pues ya no tenía dinero para pagarlas, vendería dos de los carros que estaban uno a nombre de ella y otro a nombre de su hermano y se quedarían solamente con el de él, liquidaría a los empleados de la casa que ahora eran solo cuatro, pagaría el colegio de sus hermanas, y ver como subsistían mientras conseguía un empleo. ¿Qué más les faltaría por vivir? No comprendía por qué la vida se había ensañado contra ellos.

Llegó el día del sepelio, estuvieron solo los seis, Rita y Jonás eran muy buenas personas, los habían apoyado incondicionalmente, le daba cierto pesar alejarse de ellos, pero ya no podían pagarles. Sin embargo, cuando se dio el momento de decirles que se fueran, Rita se negó a marcharse y decidió permanecer con ellos, eran la única familia que ella había conocido, no podía dejar a sus niños.

Pero cada cosa que le pasaba a Macarena, la iba secando y endureciendo más, tenía miedo, mucho miedo de en que se convertiría, sentía una rabia, un profundo odio, era lo único que se permitía sentir, y la única emoción que no bloqueaba y el amor por Melody, porque en ese momento hasta rabia sentía por sus otros hermanos, eran tan débiles, su padre fue un cobarde jamás se lo perdonaría. Cerró los ojos y se imaginó que su madre se le acercaba y la besaba, la extrañaba tanto, como quisiera regresar el tiempo y poder evitar esa tragedia, pero tarde o temprano los Pagliuca se la pagarían.

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En ese instante, Valentino Pagliuca en la comodidad de su oficina, revisaba los titulares de la prensa internacional y nacional en su tablet, allí leyó algo que le preocupó, el esposo de la señora que había chocado con su hermano hacía un año se había suicidado, de inmediato la imagen de la fotografía que se reflejaba en el teléfono de la señora Mendoza, vino a su mente, ¿Qué pasaría con sus hijos? No sé por qué se sentía responsable de ellos, tal vez, debería contratar a alguien que le averiguara donde encontrarlos, pudiera ser que esos chicos necesitaran ayuda, ahora eran huérfanos ¿Tendrían familia? Así duró un par de minutos con esos pensamientos, hasta que sonó el teléfono de la oficina y debió dirigir su atención al trabajo.

"Se le hace patente que solo hay dos clases de cobarde: los que huyen para atrás y los que huyen para adelante. "Ernesto Mallo.

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