Rosalin, caminaba por una concurrida avenida de Nueva York. Iba rumbo al atelier. Había pasado un mes desde que se vino de Cunnecticut. Esa mañana, tenía unos cuantos pedidos que terminar y una novia se iba a medir su vestido. Clarise y ella trabajaban muy bien juntas y dirigían el equipo de costureras.
Rosalin entró al atelier. Saludó a todas las costureras y entró a la oficina donde estaba Clarise esperándola con un café.
-¡Buenos días! –
-¡Buenos días! – Dijo Rosalin tomándose el café y sobándose el vientre –
-¿Qué te pasa? ¿Te duele el estómago? – Preguntó Clarise –
-No sé. Desde que me levanté ésta mañana tengo una molestia en el vientre – Dijo Rosalin –
-¿Molestia en el vientre? ¿Normalmente tienes molestias en el vientre? – Preguntó Clarise –
-No. La verdad es que no – Dijo Rosalin – No te preocupes. Ya me tomé un calmante y pronto se me aliviará –
-Está bien. Revisemos lo que tenemos para hoy – Dijo Clarise y ambas se pusieron a trabajar –
Una hora después de haber salido de