Conociendo a Kyle Duncan

Rosalin escuchaba en su cabeza una discusión:

                -¿Vienes a pedirme dinero? Pues, déjame decirte que el dinero se acabó, Evelin. Tuve muchos gastos con la enfermedad y el funeral de mamá y luego tuve que cubrir los gastos de la enfermedad y el funeral de la abuela. ¡SOLA!

                -¡Tranquilízate! ¡Ya te dije que tengo un marido con dinero que me da todo lo que quiero! ¡Sólo tengo que pedírselo! – Dijo Evelin –

                -Pues, entonces, ¡pídeselo! – gritó Rosalin –

                -No es fácil – dijo su hermana – Creo que lo mejor es que vengas conmigo y así él te lo dará más pronto –

                Rosalin conocía  a su hermana muy bien.  Sabía que era mentirosa y manipuladora y en este momento estaba desesperada.  No tenía a nadie más a quién acudir, así que decidió aceptar la propuesta de Evelin e ir a hablar con su supuesto marido. Al día siguiente, tomaría el tren que llevaba a Hartford Park con ella, para ir a hablar con el hombre en cuestión. No le quedó más opción que encontrarse con ella en la estación de tren de Nashville, donde ella vivía y donde Evelin había venido para el funeral de su abuela. Debía humillarse delante de su hermana para que le consiguiera el dinero que estaba necesitando para salvar el hogar que había pertenecido a su familia por tantos años.

Es por eso, que a la mañana siguiente se vistió con un blue jean y un sweater de lana de rayas horizontales rosa oscuro y negro de mangas largas y se puso el abrigo. Tomó su pequeña maleta y se dirigió a la estación de tren.

Después del accidente fue llevada al hospital de emergencia, pero ella no fue consciente de nada. Estaba en un profundo coma donde veía a Evelin llorando por todos los juguetes que tenía Rosalin y no la dejaba jugar con nada. Rosalin sólo iba y abrazaba a su madre y ésta la consolaba dándole algún dulce o contándole una linda historia.

También vino a su mente cuando cumplieron 18 años y Evelin, se marchó con un chico con el que ella decía que amaba y su padre se llenó de tristeza.  Se volvió un bebedor hasta que un día vinieron a avisarles que estaba en el hospital porque había sufrido un accidente del cual no sobrevivió sino unas pocas horas.  Rosalin y su madre,  se encargaron del funeral, pero su madre, se sumió en una profunda tristeza después de eso y enfermó de un cáncer que la consumió rápidamente.

Al poco tiempo de la muerte de su madre, su abuela vino a vivir con ella y estuvieron bien juntas.  De vez en cuando,  Evelin se aparecía solicitando dinero, que ella le entregaba sólo para que se fuera y la dejara vivir en paz, hasta la muerte de su abuela que la hizo quedar en bancarrota por la dura y larga enfermedad que enfrentó.

Cuando Rosalin por fin despertó del coma vio que un doctor estaba allí examinándola y la llamaba, Evelin. También notó a un hombre atractivo y elegante parado detrás del doctor que la miraba con aspecto huraño. Ella quería hablar y decir que ese no era su nombre, sino el de su hermana, pero el doctor comenzó a hacer preguntas y ella tenía que concentrarse mucho para entender lo que le decía:

-¿Me escucha? – Dijo el doctor acercándose más y le dijo – ¿Entiende lo que le digo?-preguntó el doctor-

-Creo que sí – Dijo Rosalin –

-¿Cree que sí? – Preguntó el doctor – Muy bien ¿Cómo se siente? –

-Dolor – Dijo Rosalin con los ojos cerrados – Es todo lo que puedo sentir –

-Bueno, eso es normal en su situación. Tiene una contusión en la cabeza, tres costillas rotas y un esguince en el tobillo derecho – Dijo el doctor –

-Doctor: No tengo dinero para pagar el hospital – Dijo Rosalin –

-No se preocupe por eso Señorita Evelin. Eso ya está cubierto – Dijo el doctor – Dígame ¿Qué más siente? – Preguntó el doctor –

-¿Dónde estoy? ¿Qué hago en el hospital? – Preguntó Rosalin –

-¿No recuerda el accidente? – Preguntó el doctor –

-Yo – Comenzó a decir Rosalin, pero el dolor de cabeza se hizo más intenso al tratar de recordar y  se desmayó –

-El doctor la revisó y se volvió a decirle al hombre que se encontraba allí.

-Se desmayó. Ha debido ser por el esfuerzo. Hay que darle más tiempo. Parecía confundida – dijo el doctor –

El hombre sólo asentía y se sentó en la silla que estaba en el cuarto dispuesto a esperar por el despertar de… Evelin….

Al volver a quedarse dormida, ésta vez recordó cuando Evelin y ella, estaban en el colegio y tenían como 16 años.  La policía tocó la puerta y su madre abrió encontrándose con la noticia que Evelin había caído presa en una redada policíaca por encontrarse en una mala zona de la ciudad junto a consumidores de droga. Su madre, y ella salieron de prisa a pagar la fianza para liberarla y lo único que les dijo fue que le hicieron pasar pena frente a sus amigos al regañarla allí.

Rosalin, Volvió a despertar.  El dolor de cabeza ya no era tan fuerte se pasó la mano por las vendas que tenía en las costillas y luego tocó las que cubrían su cabeza y trató de ponerse cómoda y todo su cuerpo disparó sensación de dolor  y gritó.  El hombre que estaba dormido allí en el sillón despertó y vino hasta la cama.

-Llame al doctor por favor. Tengo mucho dolor -dijo Rosalin, conteniendo las ganas de gritar otra vez.

-¡Qué bueno! Tal vez sea esa una manera de pagar tanto daño que has hecho, Evelin –

Dijo aquél hombre y ella, abrió los ojos sin entender y preguntó confundida:

-¿Qué? –

-Deja de fingir Evelin ¿Qué es lo que quieres ahora? – Preguntó el hombre con una mirada gélida en sus ojos marrones –

Cuando iba a decirle que estaba equivocado de nombre y de persona, entró el doctor

-¡Está de vuelta! ¡Qué bueno! ¿Cómo se siente? – Preguntó el doctor –

-Muy adolorida – Dijo mirando al hombre y luego al doctor –

-Poco a poco y con el debido reposo mejorará – Dijo el doctor –

-Sí, pero – Trató de decir cuando vio que la enfermera colocaba el medicamento en el suero y pronto se quedó dormida nuevamente –

-Si quiere puede ir a su casa, señor Duncan. Ésta señorita va a dormir por un rato. Tiene un poco de fiebre, pero ya se le está atendiendo igual que lo demás – El hombre la miró y respiró profundo asintiendo con la cabeza y decidió ir a su casa a ver a su pequeña hija y también tenía unas llamadas que hacer.

Pasaron tres días en esa situación. Despertaba confundida, temblando por la fiebre, sin poder decir ninguna palabra coherente. Al quinto día, se sentía un poco mejor. El doctor le dijo que ya había pasado el peligro de un shock debido al trauma tan severo que sufrió y fue cuando ella aprovechó para decirle al doctor la verdad de quien era y su verdadero nombre, pero no le creyó y la siguió llamando Evelin. Había algo que todavía no le habían dicho y ella continuaba soñando insistentemente con Evelin.

Al octavo día de estar en el hospital, el doctor le dio de alta y se sentó junto a ella en la cama para decirle:

-Esto toma tiempo, Evelin. Te recuperarás,  ya verás y volverás a tu vida normal –

-¿Vida normal? – Dijo Rosalin y comenzó a llorar. El doctor se acercó y la abrazó. Se veía tan desvalida y necesitada de ayuda y de afecto –

-En ese momento, entró el hombre misterioso que había estado yendo a averiguar sobre su salud y le dijera palabras duras en cuanto tuvo oportunidad y observó la escena delante de él con sonrisa burlona y hasta cínica, entonces carraspeó.

-¿Está lista doctor?

-Sí. Le acabo de decir que ya está de alta – Dijo el doctor un tanto nervioso –

-Bien, porque estoy apurado –

-¿Qué? ¿A dónde me llevan? – Dijo Rosalin –

-Con el Señor Duncan ¿No te acuerdas de él? – Preguntó el doctor con una sonrisa –

-Ella miró al señor Duncan y luego miró al doctor negando con la cabeza.

-No quiero irme con él – Dijo Rosalin con lágrimas anegando su rostro y el hombre entornó los ojos ante lo que a él le parecía era una actuación magistral –

-Está bien. Es el señor Duncan. Él te va a llevar a su casa para que hagas tu recuperación – Dijo el doctor –

-No quiero irme con él. No lo conozco – Dijo Rosalin con lágrimas en su rostro –

-Tranquila. Poco a poco tu memoria volverá. Por el momento, te diré que él es el señor Kyle Duncan y es quien ha estado pendiente de la evolución de tu salud. Ahora te irás como niña buena con él y nos vemos en dos semanas para tu revisión médica. Sólo debes descansar y tomarte todos los medicamentos que te prescribí – Dijo el doctor –

Cuando el doctor salió el señor Duncan la miró con dureza – ¿Vas a cambiarte o tendré que hacerlo yo? –

-¡No! ¡Yo lo haré! ¡Espere afuera! – Dijo Rosalin –

-¡Qué raro! ¡Ese golpe debe haber sido muy fuerte, porque nunca fuiste tímida! – Dijo Kyle levantando las cejas con una sonrisa sarcástica –

Rosalin, se puso las manos en las mejillas enrojecidas y le dijo con tono decidido:

-¡Salga, por favor! Para que yo pueda cambiarme – Dijo Rosalin un tanto molesta –

El señor Duncan, salió de la habitación con su sonrisa e inmediatamente ella buscó su ropa y comenzó a cambiarse. Adolorida, revisó su bolso que le habían llevado y su maleta. Se cambió de ropa y abrió la puerta del cuarto con la mirada en el piso para irse con aquél hombre que era tan hosco con ella.

El hombre la miró y no ofreció llevarle la maleta, así que ella sólo caminó detrás de él hasta el ascensor sin decir ni una palabra con una mano puesta sobre las costillas donde le punzaba para caminar.

Salieron y fueron hacia el estacionamiento. A ella le faltaba el aire pero decidió no decir nada que molestara a aquél hombre. Llegaron a la camioneta y él subió la maleta en la parte de atrás y le abrió la puerta del asiento al lado del conductor para que se subiera y comenzó subiendo un pie en el apoyadero y agarrándose de la puerta tratando de doblarse lo menos posible para no sentir las puyas dolorosas en sus costillas, hasta que logró sentarse. Sólo le faltaba meter ambos pies. Tenía que voltearse y lo hizo conteniendo las ganas de gritar. Cuando terminó de sentarse se volteó a verlo con sudor que llenaba su frente y entonces él se molestó porque tuvo que bajarse a cerrar la puerta, la cual lanzó estrepitosamente.

-¡Por Dios! ¡¿Cuál era el problema con ese hombre?! – Se preguntó Rosalin apretando los dientes por el dolor que sentía –

Se pusieron en marcha y ella iba agarrada muy fuertemente, tratando de no moverse, pero él estaba conduciendo de manera que parecía que caía limpiamente, en cuanto hueco había en el trayecto a su casa, después de unos minutos ella dejó de fingir y las lágrimas corrían por sus mejillas y no podía soltarse para limpiárselas, fue cuando él se volvió a verla y pareció calmarse el demonio que llevaba dentro. El resto del trayecto fue más tranquilo y llegaron a una hermosa casa, si es que a eso podía llamársele casa.  Era una plantación. Grande e inmensa. Fácilmente podía imaginar al general Lee dirigiendo sus batallas desde allí (Refiriéndose al general que enfrentó al ejército del Norte durante la guerra civil norteamericana) – Se dijo deteniéndose un momento a observar lo hermosa que era –

El señor Duncan le abrió la puerta mientras iba a bajar la maleta.

Al parecer, bajarse era más fácil que subirse – Se dijo Rosalin dándose cuenta que no iba a recibir ninguna ayuda del señor Duncan – Cerró la puerta con un brazo y lo siguió hacia la casa por el hermoso pasillo de cemento con arbustos y flores a cada lado.

El señor Duncan abrió la puerta y entraron a la hermosa mansión que era más fabulosa por dentro que por fuera. Había allí una señora muy amable que él le recordó que era la Señora Smith y siguieron caminando por un pasillo que iba por un lado de la escalera que llevaba a un hermoso y cómodo cuarto con una cama con dosel digna de una gran escena en las obras de Jane Austen con un noble y sexi caballero – Se dio una bofetada mental porque no era momento de que su cabeza se alocara con tales pensamientos, sobre todo si el noble caballero tenía el hermoso y firme rostro que parecía cincelado por el sol del señor Duncan –

-¡Ups! – Se dijo Rosalin – ¡Qué gran equivocación! Pues, éste tipo de caballeros siempre parecían tener un corazón tierno y noble y el espécimen llamado Kyle Duncan que tenía frente a ella no tenía ninguna de esas características. Se dispuso a escuchar porque al parecer, él tenía algo que decir:

-El baño se encuentra por allá – Dijo aquél hombre, cuyos ojos hacían que su corazón latiera muy de prisa saliendo del cuarto, cerrando la puerta tras de sí. 

Kyle se volvió a ver la puerta cerrada un momento y se quedó pensativo.

-¡Es que no, no podía ser! o ¿Podría ser?  Parecía diferente – Se decía Kyle –  La sentía desvalida. Por eso salió rápido de la habitación. Salió antes de sucumbir al deseo de besarla y abrazarla – ¿Qué le estaba pasando con esa mujer? ¡No podía volver a caer en sus tentáculos!  La dejaría allí hasta que se recuperara y luego la volvería a echar como la serpiente inservible que era.  No le permitiría volver a jugar con él.  Esperaría a ver qué sucedía los siguientes días y luego la echaría – se Dijo Kyle caminando hacia su despacho para ponerse al día con sus asuntos. Ya le había dedicado demasiado tiempo a esa mujer y su estadía en el hospital – Y no porque le importara demasiado, sólo era caridad. Como lo haría por cualquier otra persona – se dijo y se encerró en su despacho a trabajar –

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