Capítulo 8.

Aun no podía creer que eso hubiera pasado, recordaba cada instante y cada palabra como si las estuviera viviendo nuevamente y sinceramente me agradaba mucho. Seguí repitiendo esta película en mi memoria. Mi jornada fue muy buena aunque creía que si me hacían hacer lo que más odiaba aun así lo haría con gusto: Me sentía tan a gusto con mis pensamientos que el resto sinceramente poco importaba

No podía dejar de pensar en su perfecta sonrisa, en lo lindos que se veían sus ojos mientras no se apartaban de mi boca, en su sonrisa pícara y al mismo tiempo inocente, no podía dejar de desear que volviera a besarme aunque fuera de imprevisto, no dejaba de soñar con que me volviera a explicar cuanto era lo que yo le gustaba. Quería que sus manos volvieran a acariciar mi piel, quería sentir esas endorfinas recorrer cada centímetro de mi cuerpo como si fuera una droga de la cual no podía dejar de ser adicta: Adicta a él.

-Te ves muy feliz Katrina -Comentó Juan.

Tomando un vaso de agua que se
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