6. Solo un empleado

Victoria tragó saliva ante la situación, Danilo bajó la mirada y la clavó en aquellos gruesos labios rosados que había probado. Inmediatamente desvió la mirada, intentando controlar sus deseos, deseos que cada vez se volvían más difíciles de controlar.

Las manos de Victoria viajaron por el pecho de Danilo cuando finalmente le colocó la camisa por completo, le acomodó el cuello y suspiró.

—Me gusta —dijo ella. — Solo necesita unos cuantos arreglos—susurró. Tratando de fingir que lo que había sucedido hace unos segundos no había sucedido.

—Me aprieta —confesó el apuesto hombre.

Ella lo miró y suspiró.

—Eres demasiado... tú sabes, para esta camisa. — Dijo Victoria para terminar alejándose de &eac

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