Capítulo XXXIV

Londres, Inglaterra

—Una amiga que quiere protegerte —le colgó.

—Señora, ¿cree que es correcto lo que hace? —Interrogó—, no debemos intervenir en el curso de la profecía —añade.

—Estoy cansada de verlo tan ignorante, no es justo lo que está viviendo siendo quien es —detalla con molestia.

—Él fue quien pidió vivir en la ignorancia —le dijo—, el señor quería vivir una nueva vida y lo está haciendo —comunicó.

—Eso no es vivir, se merece algo mejor —se levanta para caminar hasta uno de sus libros favoritos—. Le dije muchas veces que estaba en desacuerdo con lo que pretendía hacer y como siempre nunca me hace caso —anuncia.

—Stefano fue quien decidió vivir esta vida, no deseaba intervenir en el castigo que le dieron a su amada por enamorarse de él y tampoco verla en cada reencarnación con otro hombre, le dolía demasiado no estar a su lado —indica.

—¡Pudo haberla tenido en cada vida! —gritó molesta.

—Eso implicaría que la diosa de la luna castigará a Senna más veces y quizás hasta le diera
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