Ellie
Ulises estaba enamorado.
Ellie pudo ver un cambio en su amigo, y pensó que le sentaba bien.
A pesar de las reservas de River, Ellie estaba dispuesta a escuchar lo que Ulises tenía que decir con respecto a Sylvia. Unos días después de su picnic, Ulises invitó a Ellie a dar un paseo por los bosques cercanos a las tierras de su manada. Ella había aceptado, con la esperanza de escucharlo por fin admitir sus sentimientos por la nueva y extraña mujer.
—Bueno, Ellie —empezó Ulises—. ¿cómo te trata la vida de casada?
Ellie se rió.
—Ha sido bastante buena hasta ahora. Realmente no puedo quejarme de nada —afirmó.
Había un frío en el aire, ya que el invierno estaba sobre ellos. En los últimos dos días, parecía que la temperatura había bajado drásticamente. Pero a Ellie no le importaba, porque le encantaba la fiesta del solsticio de invierno, y además no podía esperar hasta la primavera. Y no se puede llegar a la primavera hasta que no se supera el invierno. Parecía que debí