—Me duele la cabeza —gimió Hansel unas horas después en el apartamento de Peter.
—Bueno, después de tomarse once cervezas compitiendo con el jefe, a sabiendas que él es alemán y en vez de leche materna, tomo cerveza desde el vientre de su madre…
—Argg, no me lo recuerdes —lloriqueo desde el sofá, sosteniéndose la cabeza como si se le fuera a caer—. Además, no pensé que fueras un tramposo.
—Nunca has estado con una familia, en que las competencias son a diario…
—No seas un maldito condescendiente.
Ding, dong, dang.
—Arggg, me muero.
Peter rio ante la forma lacónica de Hansel en el sofá, lloriqueando, mientras se dirigía a mirar quien había llegado.
—Traje un poco de calienta huesos —dijo Remus entrando al apartamento c