Punto de vista de Teresa:

La boutique estaba en un distrito comercial de lujo, del tipo donde un solo vestido costaba más que mi alquiler mensual. Trabajaba mayormente en la parte de atrás, planchando ropa al vapor, organizando inventario, ayudando ocasionalmente a clientes si estábamos ocupados.

Era un trabajo sin mente, lo cual normalmente apreciaba. Pero hoy, sin mente significaba que mi cerebro tenía espacio para vagar de vuelta a la noche anterior. De vuelta a él.

Estaba en medio de planchar una blusa de seda cuando Margaret, la gerente de la tienda, apareció en la puerta.

«¿Teresa? ¿Puedes venir a mi oficina un momento?»

Algo en su tono me apretó el estómago. «Claro. Solo déjame terminar…»

«Ahora, por favor».

Dejé el planchador y la seguí, con el corazón empezando a latir fuerte. Margaret solía ser cálida y amigable. Pero ahora, no me miraba a los ojos.

Su oficina era pequeña, abarrotada de muestras de tela y catálogos. Se sentó detrás de su escritorio y me indicó que me sentara