Dieciséis

Emma

Las mariposas en mi panza amenazaban con explotarme. Estaba cansada de sentir tantas cosquillas, quería evitar eso que Aiden me provocaba con su simple presencia, pero por más que pusiera todo de mí para asesinar a aquellos insectos no podía hacerlo. No cuando me sonreía de esa forma.

Sus sonrisas no tenían nada de otras intenciones, se notaba, pero me hacían dar unos calores en el cuerpo que él tranquilamente podía darse cuenta. Cada que me miraba cuando no entendía algo me daba una ternura bárbara, porque sus ojos detonaban esa preocupación con la que me miraba cuando me pedía ayuda para estudiar o cuando me pedía por favor que le volviera a explicar el tema con más calma.

Creo que Aiden intentaba estar atento, pero que había algo que rondaba por su cabeza que no lo dejaba por completo para mí. Sus ojos estaban sobre los

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