Tuva Eke vio como sus hombres se tensaron en cuanto la menuda mujer lo tomó como rehén. Sin embargo, con una señal los detuvo, pues sabía que se metería en un gran problema si le ponía un solo dedo a la guerrera, si un solo cabello caía de su cabeza, Alimceceg lo buscaría debajo de las piedras para matarlo.
—Somos familia, ¿por qué se muestra tan agresiva? —reprochó Tuva Eke—, suélteme y la llevaré hasta mi esposa.
Khojin lo pensó por un momento, pero al final aceptó el ofrecimiento de Tuva Eke.
Él se sintió aliviado por no tener una daga amenazándolo, regresó la mirada hacia el señor Yul y le ordenó que llevara a la mujer con Alimceceg.
—Él te lle