Capítulo 53. Relájate
Isabella abre los ojos bruscamente cuando siente su interior estirarse ante la intromisión de su esposo. Sus gemidos llenan la sala, se siente enajenada ante la mezcla absurda de dolor y placer que está experimentando.
Benedict la sostiene fuerte de las caderas mientras sus ojos no se apartan de su rostro y de cada una de sus reacciones. La mueve lento, primero, pero luego la insta a ir más rápido y más profundo hasta que queda completamente empalado a ella.
A los minutos, ambos están jadeantes. Isabella se sostiene en la medida que su único brazo sano le permite, pero la habilidad de su esposo no le da tregua ni tiempo para pensar en las incomodidades.
Su respiración es agónica en estos momentos. Una electricidad hormiguea desde la punta de sus pies hasta su vientre bajo. Se tensa de nuevo, pero Benedict la obliga a seguir.
—No pares, sigue hasta el final, no tengas miedo —ordena y ella lo hace.
Lo que al principio es solo una corriente, rápidamente se convierte en una explosión que