El día transcurre y tanto para madie como para Matt se vuelve eterno, a pesar de que él deseaba poner distancia entre ellos, no logra sacarla de su mente y de su piel. Finalmente escuchó el auto detenerse y su corazón dio un salto dentro de su pecho. Se arregló el cabello y la franelilla que dejaba ver la redondez de sus senos y la punta erguida de sus pezones. Fue al encuentro con su padre.
—Papi, ¿donde te metiste todo el día? —se colgó en el cuello de su padre, mientras veía a Matt parado detrás de John con las manos entrelazadas a la altura de su pelvis.
—Fui al club un rato mi princesa, pensé en invitarte pero Imaginé que estabas estrasnochadas.
—Sí, bueno un poco —miró por segunda vez a Matt y lo saludó— Hola Matt.
—Buenas noches, señorita.
—Querida Matt va a estar acompañándome estos días, pero el día que necesites de él, me avisas.
—Sí, papá. De hecho mañana debo resolver algunos asuntos. —observa a su guardaespaldas, quien evita mirarla fijamente.
Ella se suelta del cuello de