Capítulo cincuenta: Migajas en la mesa.

Cuando el fuego se disipo, la calma volvió al lugar. Aquellos que se quedaron ayudaron a apagar el fuego, como ayudar a los heridos del daño colateral. Vandemar yacía tendido en el suelo, con los ojos en blanco y noqueado, Achecar se acercó para cerciorarse de que estuviera vivo, y al tocarlo se percató que su cuepo no estaba tan lastimado salvo por el impacto de Hectar.

—Esa fue una buena combinación—dijo Hectar al tiempo que repiraba y se enderezaba la espalda—, ya no estoy para estas cosas.

—¡Gracias por la ayuda!—, grito Achecar con cierta amargura hacia Valerian quien lo miraba con tranquilidad y desinterés.

—No tendrías porque molestarte—contesto Valerian mientras caminaba hacia ellos—, por lo visto tenían todo bajo control. No hubo víctimas y además, bastaba con pedirles a los reclutas presentes que te ayudarán.

—Lo dices de mofa no es así—expresó Achecar con molestia que generando un ambiente tan tenso, que los capitanes expresaban su preocupación a su manera e hizo que Cha
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