Capítulo seis:Escabullendose del Conde

La casa de Doroty es una de las más lujosas de la ciudad y también una de las pocas que se encontraban dentro de la ciudad;el resto de Nobles solían vivir en las afueras. Desde el momento en que las puertas se abrieron Doroty se acercó de sobremanera a los chicos, haciéndola reflexionar sobre la vida que ella llevaba y la de ellos. Los chicos le contaban historias que le ocasionaba pesadillas, desde el hecho de ver a sus padres morir en riñas callejeras, hasta no saber el por qué un día simplemente se despertaron en el orfanato. Debido a esto en uno de esos días después de la despedida por la puerta trasera, Doroty se atrevió a preguntar.

—Madre, ¿por qué no se nos permite tener relaciones con los plebeyos?

—Aún eres muy pequeña para entender.

—Pues si no me explicas, menos entendere.

—Ay mi niña—dijo Beatriz con una sonrisa, la tomó en sus brazos pues Doroty se encontraba levitando y la llevó a una biblioteca donde había pinturas de tiempos pasados, pues su esposo; Brendan, suele coleccionarlas.—Verás, desde los tiempos antiguos donde no había demasiados registros, el hombre se percató que al igual que algunos animales, tenía control sobre un elemento peculiar que le permitía manejar al resto. Lo llamaron de muchos nombres hasta que se denominó como magia. Y esta no es muy susceptible con todos, algunos tienen poca y otros muchas. Los segundos, osea nosotros mi pequeña, éramos protectores de aquellos que no, y con el tiempo nos sentimos con autoridad sobre ellos, a tal punto que nos pocisionamos como seres más importantes, y es por eso que las cosas son así.

—Pero, hoy no es necesario que nos sirvan.

—Sí, tienes razón, pero con el poder viene el dominio sobre los otros, generalmente cargado de egoísmo, es incorrecto, pero es una idea que tienen muy arraigada que una vez incrustada carcome el cerebro y el criterio sobre nuestras acciones.

Doroty aún no llegaba a entender, pues era una idea un tanto compleja para una niña de diez años, pero no así para un joven adulto como lo es Aldar y Arai. En el caso de Aldar este se acercó a la casa de Doroty después del trabajo y comprobar si se encontraban, pero escucho la conversación de dos guardias.

—¡Es aberrante lo que hace la señora Beatriz!—empezó el guardia de nombre Fransua

—¡Eso es asunto de ella! no te parece—contestó Brenyan

—Eso es cieto, pero si se es algo que va en contra de nuestra cultura, la pagará muy caro.

—Señores, es cierto lo que escuche.

Interrumpió Aldar a los guardias, a lo que estos rápido lo apresaron y de manera hipócrita le recriminaron.

—¡Qué dices mugroso!—dijo Fransua.

—¡Oigan, no me golpeen!—grito Aldar al momento que ocultaba el miedo poniendo su cuerpo ergido y completo—soy, mejor dicho era hijo de un capitán o creo que un general, pero eso no importa mucho, ya que a fin de cuentas se que sirvió en la guerra en contra de Run-dai y ¿donde creen que estoy? Debería esta recibiendo una ayuda endemoniada del gobierno por ser el hijo de un héroe, o en su defecto ganarme el respeto de todos, pero en su lugar es un extranjero que está ganando ese respeto. Ayudeme a acusar al extranjero con el Conde de Rosei, y si bien no tengo nada que ofrecer, creo que defiendo el honor de los nobles no le parece.

—Tienes razón maldito mocoso, más te vale que pases información de fiar para complementarla y pasarla al Conde de Rosei.

Así fue como Aldar idearia un plan para poder destruir a Achecar. Pará suerte de estos Doroty se había escabullido usando su magia de sueños capas de moverse sin ser vista. Beatriz siempre había ocultado su caridad con los plebeyos, pues hay halgo que le impide hacer algo para cambiar esta situación; era su esposo y también la orden a las Flores doradas, un grupo selecto conformado por los Nobles con magias clasificadas tanto raras y peligrosas, aunque esto era ignorado por su esposa.

En estos momentos el grupo de Flores Doradas habían llamado a Alfredad por los sucesos ocurridos por la mina;una reunión que se había pospuesto por el gran respeto que le tenían, a pesar de que el mismo los había rechazado repetidas veces; motivo del por qué esperaron que las cosas se calmaran para citarlo. Sin embargo, en este tiempo Alfredad había empezado a tener una fuerte influencia con el General de las quince legiones de guardianes mágicos, que junto con el rey Bartolomé Cuarto, estaban formulando leyes para mejorar la situación de los plebeyos; la que se darían a conocer a principios del próximo año. Situación que no agradaba al grupo, que pasó a ser clandestino por las ideas contrarias.

—Alfredad, creo que sabes a que te llamamos—empezó Brendan de Hasbal, el esposo de Beatriz, cuya mirada era tan penetrante que su aspecto poco agresivo se dejaba de lado.

—Ustedes y sus consejos, acaso no tienen otra cosa que hacer—reprochó Alfredad casi burlándose.

—No tienes por qué referirte a nosotros de manera tan grosera—dijo Rigar de Rosei.

—Soy un hombre ocupado para sus juegos, además, tengo tantas deudas con los plebeyos como ustedes.

—No es así, ellos las tienen con nosotros—dijo Rigar

—Puede ser, pero no veo a ninguno de ustedes comercializando con sus propias manos, u obteniendo el producto. Es claro que nos necesitamos, y no voy a desperdiciar mi tiempo con ustedes.

Alfredad se levantó de la silla, y se marchó sin terminarse el vino que le habían servido. Los miembros de los Flores Doradas eran cinco, siendo Brendan de Hasbal, Rigar de Rosei, Jack de los Mares, Elvar Snat de Shava y Gilbart de Montaine, cada uno con un odio enfermizo a los plebeyos.

—No salió como esperaba—dijo Jack quién usaba un traje similar al marino moderno, de una apariencia agresiva y tosca.

—No entiendo el porqué nos reunimos—empezó Elvar; el noble más joven de los cinco con treinta años, por lo que vestía con un traje galante, pero algo desordenado–nuestro proyecto no resibe el apoyo necesario, y empezamos a perder candidatos como Alfredad.

—Eso es culpa de ese extranjero—empezó Brendan.

—Tienes razón—agregó Rigar; el mayor de los cinco cuya apariencia solemne no se comparaba con la brutalidad con la que podía pelear, incluso a su edad—antes Alfredad nos habría apoyado con seguridad.

—Y si vemos a sus hijos—dijo Jack.

—No—terminó Gilbart—son unos perritos asustadizos.

Los cinco guardaron silencio y se percataron que las cosas no parecían estar a su favor, y que además sentían que hacían el ridículo, sin embargo Brendan sacó a la luz una espína que le molestaba.

—A proposito Rigar, he oído rumores sobre tu hija.

—¿De qué hablas?—preguntó Rigar.

—He odio que se reúne con plebeyos—contestó Brendan.

—¿Que estas diciendo?—dijo Gilbart—no esperaba esa debilidad de tu parte.

—¡No me juzgues!—dijo Rigar molesto— eso he oido, y estoy buscando quien me brinde información de valía.

—Entonces—empezó Brendan—busca a un chico del orfanato llamado Aldar, me parece que es un frustrado que se quedó ahí cuando sus padres murieron durante la guerra, también he oído algunos de los guardias de mi residencia.

—Ya veo, de ahí obtuviste información.

—Sí, pero no pude comprobar nada con mi hija.

Ante lo que escucho empezó a seguir a Charlotte aún sin su consentimiento. Por lo que durante ese tiempo cumplía las visitas que tenía que hacer a Doroty y cuando ella se iba a jugar con esta, Doroty usaba una habilidad secreta, la cual consistía en meter a quien ella quisiera dentro de un universo de bolsillo y tener conversaciones privadas.

—¿Tu padre a venido bastante?

—Sí, parece que me vigila.

—Eso lo se, pues desde que han venido he escuchado rumores, mensajes dando señales de sus encuentros, y de hecho se de quien se trata, pero es mejor que ni siquiera le digas a Achecar.

—¿De quién se trata?

—Si te digo, dudo que puedas guardar el secreto.

—¡Necesito saber! Y debo decirle a Achecar, el confía en mi, y yo en él.

—Lo se, pero sabes que puede ser perjudicial para ambos.

—Los sabremos solucionar, y yo lo sabre controlar.

Doroty lo medito un rato, pero al ser una niña no se demoro mucho.

—Bueno, se trata de un tipo llamado Aldar.

—¡Ay no! Ya tienen roces, y seguramente van a tenerlos aún peor tan pronto se entere.

—Ahora vez por que no puedes decirle.

—Eso lo se, pero no me perdonaría si le ocultara algo como esto.

—Entonces dile en el momento oportuno, cuando las cosas se den con naturalidad.

Charlotte había aceptado hacer esto, pero al ver cómo su padre la acompañaba y estaba presente en todas sus actividades, se sintió presa y aficciada por él. Por suerte en la noche parecía que Rigar confiaba en la seguridad de la casa, por lo que la dejó sola en su alcoba. Charlotte estaba ansiosa, pues no sabría que Achecar vendría aquella noche, ya que había días en que los trabajos en la mina eran tan agotadores que sólo llegaba al orfanato a dormir, pero en este día tuvo el impulso de ser ella la que iría hasta allá, y cuando estaba lista el se presentó enfrente de ella, teniéndose de frente casi a punto de besarse, pero no le dieron importancia, y ella estaba a punto de gritar pero Achecar la calmo.

—No grites, mi princesa de las rosas.

—Yo... perdona.

Achecar, le dio una palmadita en su cabeza y está le dio el golpecito.

—A propósito, ¿a dónde ibas?

—Iba a verte.

Achecar se puso rojo, pero Charlotte no se percató por la falta de luz.

—No creía que te gustara pasar tiempo conmigo, como para hacer algo como esto.

—Bueno, aparte de eso, también por que debía informarte.

—¿Informarme? Sobre que.

—Has oído que mi padre me vigila.

—Lo sé, y también he oído ciertos rumores, supongo que eso lo alertaron. Pero eso no es tan problemático como para que estuvieras por escapar así.

—Sucede que se quien es.

Achecar escucho lo que Doroty le había dicho, y tan pronto concluyó, Achecar se contuvo a tal punto que Charlotte lo sentó en la cama y le dio un masaje.

—Tenía que ser él.

—No hagas nada loco por favor.

—Es claro que le voy a recriminar, ¡como se atreve a meterse en nuestras vidas! Que tiene de malo que nos veamos para él, eso me molesta, no voy a dejar que siga hablando.

—Espera, van a lastimarse, tal vez solo debamos dejar de vernos.

—Pero, ¿por qué? No hacemos nada malo, solo somos amigos sinceros, han pasado ya casi seis meses, te veo fuerte y feliz, no puedo simplemente dejar que te arrebate eso.

—Pero Aldar puede lograr acercarse con mi padre y entonces te va hacer daño—dijo Charlotte empezado a llorar.

—Lo se pero... Tengo una idea.

Achecar no se presentó por un largo rato, Charlotte se ponía ansionsa, sin embargo ella mantenía la esperanza y antes de dormir abrazaba un oso de peluche con su cara. Una semana transcurrió sin noticias de él, hasta que un día se presentó, y se atrevió a hacer algo que no había imaginado, y en la oscuridad, Charlotte cruzó su ventanal y salió de su casa siguiendo a Achecar quien la llevó a un lugar que se encontraba incluso más lejos del río, hasta ese lugar que era una arboleda donde un grupo de arbustos formaban un muro natural que permaneció virgen durante mucho tiempo.

—¿Qué es este lugar?

—Lo había encontrado por casualidad, no le di importancia hasta que los chismes de Aldar se hicieron presentes, así que le pedí a las chicas del orfanato que me ayudarán a acomodarla, es una especie de habitación de la libertad, hay libros para leer, colorear y hacer tantas otras cosas cuando no laboremos y descansemos.

—Es hermoso, pero como...

—Hola—dijo Doroty cerca de Charlotte y apareciendo de repente.

—¡Doroty! ¡No te escabulles de tal manera!

—Es divertido—empezó Doroty—yo provee todo para hacer efectiva nuestras escapadas y ayude a los chicos a acomodar ¿te gusta?

—Es grato tenerte como amiga, gracias, te lo compensare.

—Pedir lo que quiero, creo que es imposible, pero me conformó con poder jugar con otros chicos.

Y así, en una noche otoñal, un pequeño club de la infancia que resguardaria los mejores momentos de su niñes sería fundado.

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