Capítulo cinco:Explicaciones.

Arai se había unido a Aldar, debido a la insolencia de Achecar de reunirse con Charlotte. Siendo niños, y no tan maduros como lo sería Achecar, su primera tarea sería expulsar a Charlotte dejándola en evidencia con su padre, quien odiaba a Achecar.

—¿Cómo podremos acusarla contra su padre?

—Debemos saber cómo es que logra eludir a sus guardias, así como saber en qué momento suelen encontrarse.

Arai recorrió los paraderos del palacio, pero casi fue atrapada por los guardias quienes desde la visita de Achecar subió en grande. Mientras Arai y Aldar se quebraba la cabeza con esto. Achecar y Charlotte paseaban por el río en busca de peces junto a los otros chicos.

—¡Ah! Se escapo.

Grito Charlotte al momento de intentar tomar un pez con la manos, algo que Achecar hacía con suma facilidad. Esta forma de pescar era muy común en su país, solía relacionarse con la pesca en ríos, pero algunos solían efectuarlos en el mar.

—Te vez graciosa en paños menores—dijo Achecar con una sonrisa.

—No te burles—le contestó Charlotte.

—No me burlo, simplemente me hace feliz verte feliz.

Charlotte se sonrojo y lo jalo con su liana al agua del río, y los dos rieron. Arai los observaba con rabia a tal punto que deseaba encontrarse en tal situación con él, pero este parecía ignorarla siempre. Sucede que Achecar veía a Charlotte como alguien que necesitaba ayuda, un apoyo que la salvará de un infierno que anulaba su potencial y sobre todo arruinara su niñes. En tanto Arai siempre se mostró como una chica fuerte, segura de si, como si no fuera necesario un apoyo moral, más que la compañía que le brindaba como un amigo y hermano.

—Cocinaste bastante bien Arai.

—Gracias Achecar, soy muy buena cocinando—contesto Arai tratando de ser simpática con él.

—Eso lo puedo ver.

—Aunque seguramente la comida de los Nobles debe ser un manjar—dijo Aldar que se encontraba de casualidad comiendo enfrente de él.

—A qué viene eso Aldar—agregó Achecar con cierta molestia enmascarada con una sonrisa.

—Solo digo, pasas mucho tiempo con esa doncella de ropa fina.

—No te veo quejarte de la comida que compramos con el dinero que ella nos da de buena voluntad.

—Entonces, ¡tragatela toda!

Al decir eso, Aldar le arrojó el plato de comida caliente, que de no ser por la rapidez de Achecar, seguramente se habría lastimado mucho más, pues parte de la sustancia líquida llego a rozar su mejilla, Achecar no se quedó quieto y empezó a pelear con Aldar, Arai trató de separarlos, pero la fuerza física de ambos ya empezaba a notarse;debido a que la magia fortalece también el cuerpo en mayor o menor medida. Los golpes que se daban con fuerza rompían mesas, y un golpe de Achecar chocó contra la pared que para sorpresa de Aldar y el resto de niños, en lugar de que la mano de Achecar se fracturara, fue la piedra que lo hizo, aunque terminó abriéndole una herida, otro golpe se estrellarería en contra de Aldar de no ser por Ana quien los separó con la magia de su reflejo;que no solía mostrar, pero debido a su calidez podía generar ondas de calor que generaban mareos y cansancio.

—¡Quietos los dos! A que se debe esta insensates—grito Ana.

—¡Eso quisiera saber!—grito Achecar—. Se atreve a ofender la buena voluntad de Charlotte.

—Eso es mentira,—agregó Aldar—es el quien dice que Charlotte es una niña ridicula

—¡Maldito mentiroso!—grito Achecar a punto de darle un puñetazo, que Ana detuvo que, debido a su edad, ella sintió un fuerte impacto.

—¡Ya basta!—concluyó Ana poniendo más fuerza haciendo que ambos se quedaron exhaustos—Aldar, cuida tu lengua, Achecar ha estado poco tiempo con nosostros, pero es seguro que no es un mentiroso, como tu lo insunuas, de hecho eso creo que va contigo

—¿Duda de mi? Señora—arremetió Aldar.

—El herrero con el que trabajas—empezó Ana—. A buscado unas evillas de oro, solo hay cinco trabajadores y tu eres sospechoso, conozco tu afición por las cosas caras, así que será mejor que no me hagas comprobar.

Aldar trago saliva y si bien no admitió nada, es cierto que las había tomado, pensaba venderlas a un mercader de paso, para tener ropa mucho más glamurosa que la que llevaba puesta. Ana los separo y para evitar el conflicto los puso en mesas separadas donde les asignó un lugar definido. Arai se acercó a Achecar para ayudarlo, comportándose amable y cariñosa, algo que de cierta forma incómodo a Achecar, pues no sentía la misma confianza con ella que con Charlotte. Ana sabía que Aldar tenía un odio que no lograba entender, por lo que ese día trató de esclarecerlo, pero Aldar no contestó a ninguna pregunta, pues Ana no comprendería sus motivos y sabía que le daría preferencia, ya que simplemente la presencia y acciones de un extranjero plebeyo le fastidiaban, sobre todo alguien que empezaría a manifestar su reflejo en unos días.

Ese día Charlotte no pudo salir en la tarde, pero Achecar se las arreglo para ir a visitarla, como se le había hecho costumbre durante estos días.

—¡Achecar! ¿Qué te paso?—preguntó Charlotte al ver la venda en la mano y el moretón en su mejilla.

—Una pelea por tu causa.

—¿Qué? Pero ¿por qué?

—A Aldar le molesta que vayas, supongo que tiene que ver con su pasado, debe tenerles rencor por haberlo reducido a un plebeyo, siendo un sujeto con sangre azul.

—Es algo natural—contestó Charlotte con cierta melancolía—no tenemos una buena fama entre ellos, supongo que tú también nos odias.

—No pienses eso por favor

—Solo estas aquí, por que les doy dinero.

—No pienses eso Charlotte—Achecar la abrazo tan fuerte, como aferrándose a madero que flota en medio del mar, ya que te garantiza la vida y es la única esperanza de sobrevivir.—No te odio, ni odio a tu padre, o a los Nobles. Solo somos personas, odio las ideas que envenenan su mente, pero esas no las puedo cambiar, solo soy un chico.

—Las cambiaste en mi—dijo Charlotte devolviendo su abrazo y sintiendo que era sincero—yo tampoco te odio, realmente me siento segura, eres el único amigo sincero que tengo, ya que estas aquí. Pues, no quiero decirlo o creerlo pero siento que los chicos del orfanato no me han terminado de aceptar.

—Eso lo se, pero estos meses han sido agradables no crees, y con el tiempo se acabará.

—Sí, aunque, ¿por cuanto tiempo seguiremos así? Hasta que seamos adultos.

—Cuando seamos adultos, tendremos aún más libertad.

—Tal vez en tu caso, pero no creo que sea el mío.

—Si es así, te prometo que te sacare de aquí. No importa si tengo que luchar contra un millar de tus hombres o enfrentarme a tu padre, yo te rescatare de esas costumbres que te mantienen apresada, nos iremos a un lugar muy lejos y viviremos aventuras al por mayor.

—¿Cómo esposos?

—No había pensado en eso, sabes, soy un ser horrible, y aún no conoces otros chicos, que te parece si cuando seamos viejos, y permanezcamos solteros, nos casemos y cuidemos el uno y el otro.

—Eso... No se.

—Deja de preocuparte de eso, mejor divertamonos.

Charlotte le sonrió y se taparon con la sabana y se contaron historias de terror, aunque ella se dormio en su brazos y la arropo, una escena que le trajo secuelas. Pues en el pasado, en tiempos de la guerra en su país hubo niños que morían en los brazos de sus padres. Al otro día Doroty estuvo meditando por las visitas de Charlotte, pues a pesar de pasarla bien la veía distante.

—Ah, mamá, ¿Charlotte vendrá hoy?—preguntó Doroty.

—No lo sé cariño—respondió Beatriz.

—Has notado que sus visitas no son tan recurrentes como debieran, debe ocultar algo ¿no crees?

—Eso parece ocurrir, no te parece.

—Es cierto.

Doroty se puso pensativa y envió a uno de sus guardias de la tarde para ver a donde iba su amiga, este vio algo que le desagrado a tal punto que estuvo por ir a donde el Conde de Rosei para decirle, pero Doroty, demostró lo ágil y poderosa que podría ser al aparecer de la nada y susurrarle al oído,—no haga tonterias.

—Si usted podría venir por que me mando—le dijo el guardia asustado.

—Acabo de aprender esto, y es increíble que pueda hacerlo a mi edad tan corta.

El guardia se quedó absorto y se retiró junto con Doroty, al otro día Charlotte se presentó frente a Doroty quien ocultaba tras su sonrisa una molestia.

—Doroty, te vez molesta—dijo Charlotte al ver que su sonrisa era falsa

—Somos amigas o no—empezó Doroty con cierta rudeza.

—Sí, ¿por qué?

—Te vez con los plebeyos.

—¡Qué! pero esta bien, he sido deshonesta estos meses, pero esta amistad que tengo contigo es real como la que tengo con ellos, en especial con él. Es realmente agradable, y a fin de cuentas no veo el por qué no debamos estar juntos.

—Me haz relegado.

—No, es que estoy tan asustada Doroty.

—Y, ¿es que no soy de tu confianza?

—Estas sobre un unicornio volador, con una sonrisa que se supone debería ser sería—dijo Charlotte al señalar que durante este tiempo Doroty se mostraba feliz y rodeada de pelcuches.

—Perdoname amiga—agregó Doroty al darse cuenta—cuéntanos todo.

—Ya veo—dijo Beatriz—y ese chico te dio seguridad, realmente te agrada, más que mi hija.

—No es eso.

—No te preocupes, yo no tengo ningún problema con eso, además de que conozco a tu padre, pueden venir si quieren, tanto tú como lo chicos del orfanato, mi marido es restrictivo, por lo que pueden entrar por la puerta de atras, el jardín es inmenso aunque no tanto como los tuyos.

—¡Enserio señora!

—Si ya ha habido muchos problemas por este tipo de diferencias, tal vez podamos solucionarlas juntos no te parece.

Charlotte vio a Beatriz como una luz llena de esperanza en su complicada vida, a tal punto que lloro en su regazo. Achecar recibió la noticia y conoció tanto a Doroty como a su madre. Doroty era algo encimosa, pero amigable y carismática por lo que no tuvo problemas. Con esto se habían ganado nuevos amigos.

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