La doncella y el plebeyo: Ella desea libertad y aceptación
La doncella y el plebeyo: Ella desea libertad y aceptación
Por: J. A. Jerónimo Rodríguez
Capítulo Uno:El niño que vino del mar

El viento chocaba con las velas, las olas meneaban la pequeña embarcación, el joven padre y su hijo de tez morena, con cabello negro y ojos del mismo color, pescaban solos, debido a la situación precaria en la que vivían. Hacían su trabajo con alegría y ahínco hasta que una tormenta los alcanzó, los fuertes vientos rasgaron las velas y hacían que los maderos crujían. Ambos trataban por todos los medios de salvar el barco, sin embargo una enorme ola se trago el mismo, destrozandolo por completo. El niño salió a flote y se agarro de un madero que lo mantuvo en la superficie, gritaba el nombre de su padre, pero no hubo respuesta en la inmensidad del mar. Se despertó recostado sobre la playa, gritó de emoción y alegría, que se esfumo al darse cuenta que su padre no se encontraba y que el lugar a donde había llegado no era su hogar.

Desorientado, con hambre y sueño busco ayuda por la cercanias, hasta que encontró un camino que lo siguió por unos días hasta llegar a una ciudad amurallada en la que buscó ayuda, pero el lenguaje que estos usaban no sólo era extraño sino que inentendible para él. El lenguaje que usaban tenían sus respectivas reglas y complejidad, pero lo más destacado es que se referían a él por achecar, que significa extranjero, y desde ese momento se convirtió en su nombre, pues al darse cuenta que no volvería a ver su tierra, y no tener nada, decidió aceptar ese término como suyo.

Los Guardias mágicos lo arrestaron y debatieron constantemente que hacer con él, determinando que lo más humano era mandarlo a un orfanato. Los guardias mágicos eran las fuerzas de defensa del país; que era conocido como Ajedraz;siendo el más grande de los seis que se encontraban en aquel lado del contiente. Cada uno teniendo su milicia denominada como ellos quisieran. Al este se encontraba el reino de Run-dai, al oeste se encuentra Pokandra, al noreste Salandar, al noroeste Sanbir y en el norte el país más pequeño conocido como Samibar.

El orfanato estaba a cargo de Ana de Salbris una ansiana monja que aceptó de mala gana. Ana tuvo muchas dificultades para instruirlo y enseñarle el idioma. Achecar se porto lo mejor que pudo con los niños del lugar, pero la gran mayoría se mostraban reacios a su precencia en especial Aldar;un niño que se encargo de promover el odio hacía Achecar, mediante el uso de bromas que en lugar de molestarlo, lo hacían actuar de forma violenta, por lo que Ana tuvo que intervenir bastante veces.

—No es correcto actuar de tal manera muchacho, acarreas problemas para ti.

—Eso lo sé, pero es Aldar el que parece traerla contra mi.

—Aún tiene esa actitud clasista, es huérfano de guerra y vive en estas circunstancias, siendo hijo de un general y una dama de alcurnia.

—Ya veo, pero por eso no me voy a dejar ofender.

—En todo caso, puedes ganarte a los chicos.

Achecar sonrió y Ana le dio un abrazo. Con el tiempo aprendió el nombre del reino que lo acogió, así como algunas costumbres y el tipo de magia que empleaban, denominada como "Reflejo" una magia que se conecta con el alma y toma la forma que mejor se acople a su carácter, para todo lo determinado desde las acciones más simples como las complejas;el tipo de magia y cantidad determinaba el nivel de poder y por ende los cargos;por tal motivo los nobles con gran cantidad de magia, eran los que estaban por encima y controlaban los cargos más elevados salvo por ciertas excepciones.

El reino era agradable, pero habían ciertas cosas que lo fastidiaba, como el hecho de que al ser huérfanos realizaban trabajos a costa de un salario miserable, debido a que el gobierno sólo daba asilo a los niños y cuidados. La gran mayoría provenía por las guerras con los reinos vecinos, y otros por abandonos.

En cierta ocasión, mientras ayudaban a repartir pan, una carroza de la nobleza pasó a alta velocidad y apuntó de atropellar a uno de sus compañeros.

El carruaje se detuvo debido a que para salvar al niño, Achecar tuvo que golpear al caballo con tal fuerza que le quebró la pierna.

—¡Niño pordiosero mira lo que haz hecho!—grito el cochero.

—¡Cierre la asquerosa boca! Acaso no vieron al niño que estaba en la calle.

—He oído un lenguaje masticado, eres el jodido extranjero. Tu no tienes derecho a referirte a mi de esa manera, a un cochero de los Rosei.

—Me importa muy poco lo que digas.

—¡Ya basta de pelea!—dijo un hombre que bajo del transporte, era el Conde Rigar de Rosei, un hombre alto, de cabellos rubios, un rostro atractivo y fornido, miró lo ocurrido y simplemente arrojó unas monedas al cochero agregando—compra otro caballo y eso es todo, en tanto a ti niño mugroso largate de aquí.

—Su cochero habló sobre el derecho de hablarle a alguien. Pues en mi tierra, uno demuestra su valor en combate, no por unos lindos trapos.

El conde soltó un puñetazo que impacto en el rostro de Achecar, aunque este no se movió un solo centímetro a pesar del dolor en el rostro, ya que el puñetazo fue lo suficientemente fuerte que hizo una herida, que va desde la parte superior hasta la parte inferior de la frente.

—Me han dicho que los nobles son fuertes, pero se ve que tu no lo eres—contestó Achecar quitándose parte de la sangre y mostrando una sonrisa retadora.

El conde estaba por dar otro golpe cuando llegó el cochero con el caballo nuevo.

—No tengo tiempo que desperdiciar contigo.

—Ni yo con usted.

Ambos se miraron con desprecio, el conde subió a su carruaje y Achecar se movió a la acera para ayudar a su compañero. Al mirar por la ventana, vio a una mujer de facciones similares y hermosa, así como el ver a una niña que lo miró con cierto desprecio y el regresó de la misma manera su mirada.

Tan pronto el cochero tuvo todo listo, retomaron el rumbo. La familia estaba triste, a su vez que se mostraban preocupados por un asunto que ocultaban al resto de nobles como al mismo rey. Esto debido a su posición como dueños de grandes tierras tanto de cultivos, como de su principal producción;rosas. Y que ocupaban uno de los puestos privilegiados cerca de la corona.

—Acaso ella podrá retirarla—dijo Charlotte que era el nombre de la niña.

—No lo sabemos con certeza hija, pero si es verdad que por lo menos sabremos como terminarla.

—Eso espero.

Charlotte de Rosei había sido maldecida por un enemigo misterioso, que al parecer había ejecutado por una venganza personal. Aunque era claro que existían razones de basta. Lograron llegar a una zona aislada de la ciudad, donde vive una bruja de gran renombre como de grandes poderes;esta persona corresponde al nombre de Valerona una de los seres mágicos más poderosos del reino, que incluso los reyes como del general de los guardianes mágicos solía pedir consejo. Era una mujer hermosa como sensual, usaba trajes escotados, un cabello rosado y facciones juveniles.

El hogar de Valerona era una cabaña acogedora con adornos florales, cortinas adornadas con diferentes figuras geometricas. Al entrar se podían observar diversas pociones, como pergaminos. Al verlos Valerona le pidió al Conde que ingresara solo, en tanto su familia lo esperaba en la sala, en tanto ella lo atendía en su despacho.

—Sea bienvenido Conde.

—Señora Valerona.

—Señorita por favor, una bruja como yo a pesar de tener bastantes años se le considera de esta manera.

—Perdone mi ignorancia pero...

—Se a lo que vino, pero lamento decir que esta maldición no se pude romper con mis poderes, sino con una situación especifica.

—Y, ¿que es esta situación especifica?

—Supongo que no tendrá ningún problema con lo que voy a decir.

—¿A que se refiere?

—La maldición se desatara cuando cumpla dieciseis, hará que su Reflejo mágico se materialice y la consuma, tendrá que ser muy fuerte para resitirla si quiere sobrevivir, pero también tendrá que eligir una persona lo suficiente fuerte para cuidarla cuando se desate la maldición, no sólo cuando sea la primera vez sino por un largo tiempo, ya que el primer paso sería que este ser le robe el corazón a tu hija, en el sentido emocional, que yo sepa se toma su tiempo, y en tanto esto ocurre pues debe ayudarla y se romperá definitivamente cuando se unan en vida.

—Ya veo, no es tan complicado como supuse, y ¿por qué dijo que una persona fuerte sin especificar género?

—Por gustos ya sabe usted.

—Ah, ya entiendo, he oído de eso, supongo que me evitare esa fatiga, pero de algo de lo que estoy seguro es que será noble, pues no hay nadie con mayor poder aquí .

Valerona hizo una sonrisa, pues en su visión había visto algo que le dio risa, pero prefirió verlo en el momento justo. Los de Rosei se retiraron con optimismo y determinación, que se verá reflejado en la pequeña Charlotte.

En tanto a Achecar, tras el incidente regreso al orfanato junto con el resto de los niños que tras lo ocurrido lo miraron con otros ojos, pues nunca habían visto a alguien que se rebelara en contra de los nobles, los niños hablaron de él como un héroe, salvo Aldar que sentía una gran envidia. Cuando Ana escucho el bravullo, corrió a resivirlos y vio la herida en el rostro de Achecar y corrió por alcohol y algodón.

—¿Qué fue lo que hiciste muchacho?—dijo Ana al momento que limpiaba la herida.

—No iba a dejar que ese hombre me tratara de esa forma, ni a mis compañeros.

—Eso lo se, pero debes soportar ese tipo de cosas, pues no podrías derrotar a uno de los nobles aunque quisieras.

—Me haz dicho que los guardias mágicos están conformados por plebeyos y nobles, así como el hecho que los primeros pueden rivalizar con estos.

—Los hay, pero eso no es como lo imaginas. Se han tenido que esforzar mucho para eso.

—Eso lo se, y yo demostraré mi decencia en contra de ellos y veremos si cambiamos algo.

—¿Quieres cambiar la forma de la sociedad?

—No, creo que para eso se necesita más que un niño soñador, solo quiero demostrar mi valía.

—Supongo que tienes razón, muchas veces lo han intentado y las cosas no salen bien.

—A propósito no hay distinción de género.

—No, ¿por qué lo preguntas?

—Por nada.

Aunque lo negara, algo en la mirada de Charlotte, le transmitía una sensación extraña, que no sabía explicarse, pero que de alguna forma le indicaba que la volvería a ver. En tanto a Charlotte, el saber lo que tendría que hacer, la paralizó, no por miedo sino por angustia, pues tendría que demostrar algo que no quería.

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