Aparentaba tener unos ocho o nueve años, pelo largo y negro que le llegaba a los hombros, un lazo rosa en la cabeza y ojos serenos como uvas.
Parecía imperturbable por los comentarios que la rodeaban. Permaneció tranquila y no ponía expresiones innecesarias en su rostro. Aunque pareciera tener solo ocho o nueve años, su mirada pertenecía a una niña diez años mayor.
Adina la miró fijamente un poco más, y cuanto más miraba, más quería seguir mirándola.
Por alguna razón, esta niña le parecía muy familiar.
Pero Adina, por lo general, no escuchaba música de piano y tampoco asistía a conciertos. Entonces, si seguramente ella no se habría encontrado con esta niña, ¿por qué le parecía tan familiar?
—Señorita Melody, por favor, entre.
Los guardaespaldas abrieron la puerta del coche y respetuosamente le pidieron a la joven que subiera.
La chica asintió. Cuando se inclinó y estaba a punto de subirse al coche, de repente se congeló.
Sintió una mirada intensa. La gente a menudo la m