Miró a Miguel con gran temor. ¡Qué rápido era este muchacho! Parecía que no podía escaparse de Miguel con éxito. Enzo empezó a rogarle asustado.
—Amigo, amigo… Por favor… No me mates… Todo lo que sucedió fue mi culpa. Si quieres, puedo disculparme e incluso te compensaré.
—Ya te he dado una oportuni