— Sí, mi rey - asintió el Beta. — Podemos comenzar los ataques frontales para crear una distracción y permitir que usted se acerque.
— Oliver - llamé su atención, y levantó la nariz preocupado, olfateando en mi dirección, erizándose sus pelos. — Quiero que se alejen y solo se acerquen cuando vean que las barreras son derribadas. ¡Siento que la tercera barrera contiene magia!
— Señor…— Se alejó unos pasos, llamando la atención de mi manada, que comenzó a seguir su ejemplo.
Sentí que mi cuerpo se retorcía y expandía, como si las costillas se abrieran hacia los lados, mis colmillos se ensanchaban, rompiendo mi mandíbula en cada transformación. El dolor era una agonía indomable, pero poco a poco empecé a dominarlo. Las garras emergieron violentamente, abriéndose paso desde mis puños hasta las puntas de mis dedos, mientras el ansia voraz de carne y sangre se apoderaba de mí.
— ¡CORRAN! - Rugí con él poco de conciencia que me quedaba, alertando a todos de que la bestia había decidido unirse