El doctor acudió rápidamente hacia la entrada cuando uno de los soldados le anunció la llegada de Daniel a través del comunicador.
A medio camino vio al muchacho. Su cuerpo apenas se mantenía en pie.
El doctor llegó hasta él y Daniel prácticamente se dejó caer en sus brazos.
—Necesitas dormir.
Daniel, tozudo, negaba con su cabeza. Metió una mano en uno de los bolsillos del pantalón y sacó un puñado de dosis. Algunas cayeron al suelo.
Angélica y Raúl se acercaban hacia ellos a la carrera. Raúl se agachó a recoger las dosis esparcidas por el suelo y Angélica pasó un brazo de Daniel sobre sus hombros para ayudarle a sostenerse.
Los dos muchachos se miraron. Daniel parpadeaba tratando de mantener los ojos abiertos. El contacto de la piel de Angélica le hacía sentir algo extraño. Deseaba q