— ¿Ves? — Exploto, golpeando mi propia cabeza. — ¡Nada de nada! ¡Completamente, nada!
Escondo mi cara entre las manos y caigo de rodillas. Pronto siento sus brazos rodeándome y un beso depositado entre mis cabellos.
— No se suponía que fuera así. — susurra. — No se suponía que debías estar así. Todo esto es culpa mía. Si no hubiera...
— Estaba lloviendo. — Levanto la cabeza y le miro fijamente. — ¿No es así? — Anthony asiente. — Entonces no es tu culpa.
— Quería hacer algo para ayudarte a recordar. Los medicamentos que tomas son para eso. Sólo que no sabía que tardaría en hacer efecto.
— ¿Qué hacemos si nunca me acuerdo? — me pasa la mano por la cara, atrapando una lágrima que ha caído. — Hay un niño en la habitaci&oa