ANDRES.
Han pasado dos días después de la fiesta, dos días en los que aún pienso vengarme. Le han metido cucarachas en la cabeza a María José y ahora que es mi novia debo acomodar algunas cosas.
Estamos en el entrenamiento bajo el sol, y el sudor no para de generarse en mi cuerpo.
—¡Corran como hombres, no como maricas! —grita el entrenador "motivando" a todos a dar su mejor esfuerzo.
—Cincuenta lagartijas y el que no pueda se queda en la banca el siguiente partido ¡Comienzo!
Todos se lanzan al suelo, y el calor del mismo nos quema la palma de las manos mientras bajamos y subimos para lograr las cincuenta lagartijas pedidas y para colmo de males, el entrenador se encarga de contar cada una para que no exista la posibilidad de que hagan trampa.
—Veinte saltos y se largan para su casa — comienza de nuevo a contar, mientras siento que mis piernas no dan para mas, hemos estado toda