CAPITULO 4

Capítulo 4

Y así están pasando mis primeros días de trabajo. No veo mucho al señor Di Francesco y doy gracias por eso.

Hoy es jueves. Ya casi la semana se termina. Antes de salir de casa Fiorela me recordó lo el almuerzo con la familia de mi jefe. A ella le está hiendo genial en su trabajo. El asistente de la editora principal. Según Fiorela la mujer es todo un amor y fuente de la sabiduría literaria.

En cambio, a mí me va peor cada vez. Llego cada día intentando hacer las cosas ben. Pero el señor Di Francesco parece no notarlo. Es tan frio y odioso. Y creído. Y Dios quiero lanzarlo por la ventana a veces.

Hoy no llevo tacones. Las batatas y la planta de los pies me duelen horribles. Eso de los tacones no es lo mio. Llevo una blusa color melón. Una falda negra. Y unas bailarinas.

Al llegar a la oficina. Saludo a Mely que esta con un resfriado. Pero aun así vino a trabajar

– Buenos días Laura – me saluda. Antes de taparse la boca y la nariz con un pañuelo desechable para estornudar

– buenos días Mely. Creo que deberías irte a casa

– Laura no puedo. Hoy es la reunión. Con los socios de Seattle. Tengo que tener la sala de juntas listas. Y el restaurante – dice y vuelve a estornudar

– ¿A qué hora viene el señor di Francesco hoy? – digo pasándole otro pañuelo

– Gracias, Justo a la hora de la reunión

– ¿y eso es?

– A las diez y media –

Miro mi reloj y son las nueve en punto. Tengo que ayudarla o se volverá un desastre. <<Petulante cabron. Engreído estúpido>>mi mente lanza insultos al señor Di Francesco mientras le paso otro pañuelo desechable a Mely que no deja de estornudar

 – bien vamos a que te tomes un té y un analgésico

– Laura no puedo tengo muchas cosas que hacer

– te ayudare hacer todo después que te tomes algo para ese resfriado. Así que vamos antes de que se nos haga tarde – Mely toma sus cosas y se levanta

 – tráete el número del restaurante para confirmar la reserva y la lista de cosas que tenemos que comprar – las toma y salimos a toda prisa. Entramos en la cafetería de la siguiente cuadra. Pido un té manzanilla para Mely. Y un café de prensa francesa para mí. No soy muy amante el té. Ni del café tampoco. Pero hoy me ha provocado. Saco de mi bolso un analgésico y se lo entrego a Mely

 – Cómo es que tienes analgésicos en tu bolso – Mely esta sombrada

 – mama dice que mujer precavida vale por dos. Y la verdad es que a veces tengo dolores de cabezas muy fuertes

– déjame adivinar esos dolores de cabeza se llama Damiano Di Francesco

– si él es el causante de casi todos mis dolores de cabeza

– sabias que cuatro chicas antes de ti. Habían tomado el trabajo y se fueron al mismo día. Bueno una resistió dos días –

¿Cuatro? Son muchas soy muy valiente o muy estúpida

 – no lo sabía. Creí que el señor Di Francesco tenía muy poco tiempo en el puesto de presidente

– no. El lleva dos meses. De hecho, nos hizo trabajar casi todo diciembre

Estúpido desconsiderado. Mal nacido. Hijo de su gran madre. Sigo lanzándole insultos mentales. No me creo capaz de poder decírselos a la cara. No en mis cincos sentidos

– Laura solo tú has durado tanto. En el trabajo y sin insultarlo

Hay Dios como deseo decirles unas cuantas cosas. Solo que mi valor me falla

– necesito el trabajo. Tengo que ayudar a mis padres. Y no puedo vivir de gratis toda la vida con Fiorela

– yo igual. Tengo un hermano de diez años sufre de síndrome de asperger y las consultas son muy caras y ni hablar de los medicamentos. Somos de un pueblo. Mi madre es maestra y mi padre pescador. Logre conseguir una beca. Aquí en roma. Y también conseguí este trabajo. Pagan muy bien y la verdad lo necesito

 – te entiendo. Mi papa es contador. Y trabajaba para una empresa. Que se fue de nuestro país. Y engaño a todos los trabajadores. El quedo sin trabajo. Y mi madre es peluquera. Mi hermano Esteban y yo tuvimos que trabajar para ayudar. trabajo desde que tengo dieciséis. Papa no logro conseguir trabajo como contador nuevamente. Y consiguió trabajo como jefe de mantenimiento en una clínica. Y hace algunos años que trabaja para los papas de Fiorela. Y mi madre se queda en casa. Sé lo que es no tener nada. Después de haberlo tenido todo. Se lo que es tener deudas y ver a tus padres llorar porque no tienen como pagarlas –  

No le había contado esto a nadie antes. Solo a Fiorela. Pero Mely la verdad se las está viendo feas aquí sola. Y quiero que ella sepa que hay alguien que entiende por lo que está pasando

– Qué hora es – miro mi reloj nueve y treinta

– nueve y treinta. Qué te parece si me dices que debemos comprar y a quien llamar

– bien llame ayer a la panadería del centro y encargue. Veinte cruasanes. Y quince panecillos. Son americanos ¿cierto? como esas cosas

 – si comen muchos panecillos. A ver que más dime

 – bien necesito café. Y jugo de naranja. Y confirmar la reserva en el restaurante. Eso es todo

– bien esto es lo que haremos. Yo recibiré el pedido de la panadería y me encargare. De arreglar la sala de juntas. Preparar el café y tener todo listo. Tú encárgate del restaurante y de que todos los informes estén impresos y listos para cada socio. Bueno

– Bueno – tomamos nuestras cosas y de camino nuevamente a la oficina

Al llegar ya el pedido de la panadería está en recepción. Tomo las dos cajas y entro al ascensor. La sala de juntas está en el piso ocho. El edifico tiene diez pisos. Y yo solo he estado. En el tres. Y el último. Al llegar un chico me ayuda con las cosas y abro la sala de juntas. Una mesa larga de madera. Nada de vidrio. Doce sillas. Cinco de un lado y cinco del otro. Y una en cada extremo.

Las paredes del mismo color que la de mi oficina. Marfil. Camino hasta una mesa que está en la esquina y dejo las cajas ahí.

Saco las cosas de la caja que por suerte ya están en bandejas. Prendo la cafetera. Y preparo el café. Hay una pequeña gaveta debajo en la mesa. La abro hay vasos y servilletas. Los saco y los acomodo al lado de la cafetera.

Solo falta el jugo de naranja. Salgo en busca de él y veo a Mely venir con botellas de agua. Varias carpetas en la mano. Y una bolsa también. Camino a toda prisa y le quito las botellas de agua. Y la bolsa

– Bien tú pon los informes y yo sigo con esto –

Pongo las botellas de agua en orden y las de jugo también. Volteo y Mely se ha ido. Miro mi reloj diez en punto.

Y al parecer todo está listo. Miro a mi alrededor y no hay nadie todo está en silencio. Miro toda la sala de juntas y algo llama mi atención. Solo hay un cuadro solo uno. En el fondo de la sala. Camino hasta el cuadro. Y lo miro muy detalladamente.

Es un niño sentado con la cabeza metida entre las piernas y los brazos apoyados en las rodillas. Este encerrado como en una especie de habitación. Todo el cuadro es blanco. A excepción del niño y las paredes son hechas con carboncillo negro.

El cuadro es hermoso, pero mirarlo produce melancolía. Es como si el pintor estuviera pidiendo a gritos ayuda.

Es tan hermoso que aturde y tan triste que desespera. Levanto mi mano para tocarlo. Pero me detengo. No sé porque, pero me detengo y una voz detrás de mí me hace voltear.

Me quedo totalmente petrificada al ver a mi jefe ahí parado. Con cara de muy poco amigos. Está molesto

– Señorita es acaso usted sorda – me dice con la voz seca

– perdón…. Perdón que – bien Laura ahora tartamudea. Para que lo alteres más

– Le he preguntado que si es usted sorda – dice ahora más molesto – la he estado llamando y no me ha hecho caso. Por lo que intuí que tiene problemas auditivos –

Y usted tiene problemas de educación. Le apeste mentalmente

 – perdón. Lo siento no lo escuche. Yo… yo estaba – no sé qué decir

 – usted estaba en la sala de juntas sin permiso mirando mi pintura –

¿Su pintura? De verdad está molesto

–lo siento señor yo… yo no quería molestar a nadie – Mis lágrimas ya quieren salir. NO LLORES. NO LLORES. Me repito a gritos mentalmente

– ya dejé de disculparse tanto que me irrita. Y dígame de una vez que necesita

– Lo siento – ay mierda Laura dijo que dejes de disculparte que eso lo irrita.

Levanto la vista me paro derecha. Y respiro para reprimir las lágrimas – yo estaba mirando la pintura – me mira como si no me entendiera

– Se le ha perdido algo en ella – están orgulloso

– no… es solo que me pareció muy hermosa. Eso es todo

– pues le recomiendo que se limite a hacer su trabajo. que es ser mi asistente personal. No una crítica del arte

 – claro señor lo… lo siento – me mira aún más molesto. Sé que es porque me disculpe. Pero es que no puedo dejar de hacerlo.

Miro hacia la puerta y Mely está entrando con los socios. Mi jefe voltea hacia la puerta. Y yo aprovecho para limpiar una lágrima que se ha escapado. Respiro fuerte. Tengo un nudo en mi garganta y mi pecho esta apretado. Mely me pregunta que ha pasado desde lejos. Y yo niego con la cabeza para que se quede tranquila. Salgo de la sala. Regalando las sonrisas más fingidas que he dado en mi vida y sin mirar a mi jefe. Camino lo más rápido que puedo hasta el ascensor, esta vacio. Marco el piso y pongo mi mano en mi boca para tapar un grito y la otra en mi estómago. La puerta de ascensor se abre. Y en presidencia solo somos. Mely, El señor carismático y yo. Nadie me vera llorar aquí.

Entro a la oficina. Luego a mi oficina paso el seguro. Sigo con la mano en mi boca y mi pecho apretado. Camino hasta el escritorio y me sostengo. Me deslizo hasta el piso. Y ahí me desahogo toda. Lloro hasta más no poder.

Como es tan malo. Y cruel. Solo estaba mirando una pintura. Quiero salir corriendo. Pero necesito este trabajo. Los sollozos salen con más fuerza. Y las lágrimas como lluvia. Solo tengo cuatro días trabajando con él. Y me ha hecho la vida miserable. LO ODIO. LO ODIO. LO ODIO.

No sé cuánto tiempo tengo aquí tirada llorando. Me levanto porque oigo el teléfono sonar. Me levanto puede que sea Mely y necesite ayuda.

Hola

Señorita puede venir por favor – solo dice eso y tranca la llamada

Me limpio las lágrimas. Y acomodo mi cabello. Respiro antes de salir

– Dígame – le digo con la cabeza baja

– Está usted bien – su voz aun suena irritada. Siempre está irritada. Todo le irita

– sí. Estoy bien dígame que necesita – yo también estoy algo irritada. Él me irita

Y juro por Dios que lo matare si me insulta de nuevo

 – necesito que acomode esas cosas. En ese estante de ahí – dice señalado el estante que tiene unas pequeñas puertas de vidrio. Son reconocimientos. Uno de ellos es todo de vidrio. Y la verdad me da miedo que se me caiga.

Tomo los más pequeños primero con mucho cuidado. Y lo acomodo muy bien. Busco el más grande, pero me habla y me detengo

– Ese va ahí arriba – me señala hacia arriba del estante.

Como diablos voy a llegar ahí

– Tome una silla – dice en respuesta a mis pensamientos.

Tomo la silla y me monto aprieto con fuerza el cuadro de vidrio para que no se me resbale. Pero la puerta se abre de golpe. Y una voz chillona se escucha

 – Mierda – escucho al señor Di Francesco gritar.

Pero ya estoy en el piso. Me he golpeado la cabeza. Muy fuerte. Escucho la misma vos chillona decir que lo siente. Y al señor Di Francesco soltar unos insultos. Me levanto poco a poco. Y sigo en el cuadro abrazado a mí, pero esta hecho pedazos.

Mierda. Ya valí. Adiós a mi trabajo. La puerta se vuelve a abrir y se cierra muy rápido.

La cabeza me duele horrible. Pero no sé cómo reaccionara al ver que he roto el cuadro. Me levanto con cuidado. No espero a que se ofrezca a ayudarme. Y los vidrios caen a pedazos de mis manos al piso. Miro al piso y levanto la vista poco a poco. El señor Di Francesco medio sentado encima de su escritorio con los brazos cruzados. Solo mirando. En su cara no hay rastro de emoción alguna. Nada solo me mira. Con sus intensos ojos verdes. Que cada vez que me miran. Me dan miedo. Su mirada es fría. Cruel. Tan áspera. Una mirada no puede ser todo eso. Pero la de él lo es.

Quiero pedir disculpas. Pero dijo que eso lo irrita

– voy a limpiar esto. Ya regreso

– no mejor déjelo Así. No queremos que haga más desastre

 – llamare para que venga a limpiarlo –

Camine a toda prisa. A mi pequeña cueva. Llorando otra vez. Tomo el teléfono para llamar. Lo hago y al colgar noto que está lleno de sangre. Sigo la sangre y tengo toda la mano llena de sangre. Y el brazo también. Miro y me he cortado la muñeca derecha. El aire me falta. La sangre y yo no nos llevamos muy bien. Tomo mis cosas. Yo puedo llegar a casa. Yo puedo. Me repito una y otra vez. Uso mi chaqueta para limpiar la sangre. No hay vidrios. Solo me corte. Limpio también mis lágrimas. Y la puerta se abre de golpe. Me sobresalto al sentir la intromisión

– Está usted bien – pregunta el señor Di Francesco. Su respiración es agitada. Y parece que está asustado – Vi sangre afuera – camina hacia a mi rápidamente. Bueno dos pasos de él son diez míos

– Estoy bien – le digo. Escondiendo el brazo detrás de mí. Me mira con el ceño fruncido

– Muéstreme por favor – me pide. Ha notado que he escondido el brazo

– Ya le dije que estoy bien – estoy llorando como una niña

– está llena de sangre. Es imposible que este bien –

¿Llena de sangre? Miro hacia mi camisa. Y esta toda manchada de sangre. Y de seguro mi cara también. Me he limpiado la cara con las manos llenas de sangre. Soy un completo desastre. Saco la mano con cuidado y se la muestro. Al mirarme sus ojos se abren como platos

 – espere aquí por favor. No se mueva – su vos suena a arrepentimiento.

Sale de la oficina y deja la puerta abierta. Me siento en el mueble y dejo las manos sobre mis rodillas. Los sollozos son fuertes. Me duele la cabeza. Estar llena de sangre me aterra. Y para mi peor suerte hoy ha sido el peor día de mi vida.

Levanto la vista. Al sentir que el señor Di Francesco ya ha llegado. Viene con un botiquín de primeros auxilios. Se sienta a mi lado y yo me alejo. Para darle espacio. Pero el también se acerca más a mi

– Su mano por favor – la extiendo hasta él. Cuando su mano toca la mía. Una corriente recorre todo mi cuerpo. El señor Di Francesco se remueve en su lugar y aclara su garganta.

Abre el botiquín de primeros auxilios. Saca algodón y alcohol. Moja el algodón con alcohol. Y lo coloca con cuidado en la herida. Me sobresalto. Arde

– necesito limpiar la herida. Por favor quédese quieta – se oye molesto. Pero también culpable. Asiento. Y con mucho cuidado. Limpia mi brazo. Y la mano. Saca la gaza y delicadamente envuelve mi herida – ya está – dice guardando las cosas en el botiquín. Su mano se posa nuevamente en mi brazo. Y con mucha delicadeza. Puede que inconscientemente. Lo acaricia. Cierro mis ojos al sentir su tacto. Su mano baja hasta la palma de mi mano. Y sus dedos acarician muy suavemente esa parte de mí. Un gemido se me escapa. Y lo ahogo. Qué diablos ha sido eso. Estoy muerta de la vergüenza.

Abro mis ojos y agacho la cabeza. Siento su mano en mi mejilla. Acariciándola y levantando mi rostro. Cierro mis ojos. Puede que este soñando esto. Siento como mi piel se eriza. Y mis piernas tiemblan. Esta limpiando mis lágrimas. Abro los ojos quiero saber que esto es verdad. Y al mirarlo a los ojos. Quedo hipnotizada. Sus ojos brillan y su mirada me está devorando. Su pulgar pasa por mis labios. Recorriéndolos de esquina a esquina. Mi respiración me está fallando. Y quiero que me bese. Quiero que lo haga. No tengo miedo. El es un hombre y no le tengo miedo.

Se detiene. Quita su mano rápidamente. Y veo en sus ojos arrepentimiento. Noto que esta incómodo. Como no estarlo. De seguro me ha mirado bien. Y ha notado lo horrible que soy

– La llevare a su casa – dice sin mirarme

– no. Yo puedo irme. Muchas gracias por todo señor – quiero evitarle la molestia de tener que estar otro rato más conmigo

– no. Yo la llevare

– Ya le dije que puedo irme sola – me levanto me pongo la chaqueta no quiero que la gente piense que he matado a alguien. Tomo mi bolso y camino a la puerta. Oigo que susurra algo. Pero no logro entender que es.

Al llegar a casa. Fiorela aun no ha llegado. Me encierro en mi cuarto. Me meto a la cama sin cambiarme. Tomo una almohada y la abrazo. Y me echo a llorar. Toda la noche. Por lo miserable que puede resultar mi vida a veces. Y llorando me quedo dormida.

Sueño con sus dedos en mis labios. Su mano en mi mejilla. Y sus velantes ojos verdes.

Al día siguiente no lo vi. Y mi añoranza de que comiencen las clases se hace más fuerte cada día.

Y llegó el tan esperando sábado para Fiorela. El almuerzo con la familia de mi jefe tenemos. Que estar lista a las 11:30 nos va a pasar recogiendo a esa hora.

No desayunamos porque Fiorela me aseguro que con lo cantidad de comida que preparan. No querría volver a comer por un mes.

Me levante hoy a las diez de la mañana. sé que parece tarde pero más que necesario para mí.

me doy una larga ducha. Lavo mi cabello. no me lo alisare. hoy voy a dejarlo al natural.

 – Fiorela que ropa debo usar ¿es elegante? – le grito desde mi cuarto

– no, algo sencillo. Ponte como un vestido veraniego. Algo así. Por Dios Laura tú eres experta en eso más que yo– me grito ella también

– ok está bien –

Tomo mi computador portátil. Y pongo música para inspirarme más. La vie en rose

Amo este tipo de música. Fiorela no se cansa de decirme que son para viejos, pero a mi encantan. Abro mi closet saco un vestido blanco. Que por los bordes tiene un decorado de flores rosadas y fucsia. Tiene unas pequeñas mangas que cubren los hombros. Usare un suéter. No le he contado a Fiorela lo de herida. No quiero que valla y prenda fuego al bufete. El vestido tiene el cuello de pico.

Que con el sujetador correcto de vera hermoso. Es ceñido hasta la cintura. Y cae hasta un poco más arriba de mis rodillas. Así que es perfecto para la ocasión tomo de zapatos unas bailarinas negras. Que hacen que mis cortas, pero bien formadas piernas se vean bonitas.

Para mi cabello. Mi crema para peinar que he comprado. Es nueva y la usare primera vez. He cambiado de productos para el cabello porque los que he usado toda mi vida no hay en Roma.

Me percate de que tuvieran los mismos componentes así que esta es de aceite de almendras y canela. Amo la canela.

Me paro frente al espejo. Y comienzo a desenredar mi cabello colocando un poco de crema. me hago un retiro de lado. Tomo la parte de adelanten de mi cabello con un pequeño gancho para el cabello. Y pongo uno en cada lado del retiro. Pongo un poco más de crema para que mi cabello resista la tarde y no se vuelva un nido de pájaros en menos de media hora.

 Mientras me maquillaba sonó Put Your Head on My Shoulder  – amo esa canción –

Me pongo base. Para tapar las horrendas ojeras. Que me ha dejado llorar todas las noches desde que trabajo para el señor Di Francesco. Un poco de polvo. Brillo en mis labios. Y rubor en mis cachetes.

Me pongo perfume. Tomo un pequeño bolso negro que se cruza. Pongo mi teléfono por si acaso quiero escapar. Pueda llamar un taxi. Y dos toallas sanitarias ya que mi periodo está por llegar, pero ruego que no sea hoy por mí vestido blanco.

Escucho la puerta abrirse y la voz de Fiorela

– Dios mío Laura estas preciosa. De seguro que todos querrán tu número de teléfono hoy – me dijo con picardía

– Fiorela ya te dije que nada de chicos ni números de teléfonos ni citas –

– sí, si ya sé, pero dime como haces verte tan bien siempre. Lo haces súper bien

– tú también estas muy guapa –

Fiorela lleva un vestido del mismo largo que el mío, pero de color amarrillo pastel unas lindas sandalias color coral. Un bolso de mano del mismo color de las sandalias y su cabello recogido en una cola de caballo un poco más de maquillaje que yo

 – gracias, pero es mejor que bajemos nos esperan – me dice. Tomándome por el brazo.

Cerramos todo muy bien. Y bajamos. Afuera nos espera un auto muy elegante negro con un chofer.

Que nos abre la puerta y nos lleva hasta una casa a las afueras de la cuidad.

Al llegar nos abre la puerta una señora no mayor de 60 años. Nos da la bienvenida. Y dice que nos esperaban en el jardín. Al llegar al jardín. Me quedo impresionada es hermoso.

<<Con razón Fiorela me dijo que si no me gustaba la conversación paseara por el jardín>>

A los lejos puedo ver un grupo de personas. Nos acercamos a ellos. Y yo me quedo de pie detrás de Fiorela. Son cinco tres hombres. Entre los que destaca mi jefe. Y dos mujeres.

–  Quanto sei grande y bella, ragazza mia – dice la señora Di Francesco mientras abraza a Fiorela  

– grazie mille zia –

¿Tía? como que tía. Se supone que eran solos amigos de su familia. No familia de su familia. Fiorela te voy a matar.

– Ella debe ser tu mejor amiga – dice al verme. Y hablando en ingles

– Más que mi amiga es mi hermana tía – Fiorela me toma por el brazo y me acerca a ella

–qué bonita eres. Bienvenida a la familia – la mujer me sonríe. Y yo le dedico una sonrisa también. No sé si dice lo de bonita por cortesía. O porque es verdad

– grazie mille è un piacere conoscerti – le respondo a la mujer en italiano

– Oh hablas italiano muy bien – me dice asombrada – Congratulazioni – me felicita

– Grazie –respondo estrechando su mano.

Me abraza y me da un beso en cada mejilla. Me presento al resto de la familia. Renato tal cual como había dicho Fiorela es guapo, pero no tanto como mi feje Daliza es muy linda y amable. y el señor Di Francesco padre también. mi jefe me queda mirando con sus hermosos y penetrantes ojos verdes y me saluda fríamente con un movimiento de cabeza.

Después de todo la presentación. Estamos todos sentados. Fiorela les cuenta a todos como es que estamos aquí en roma. Y yo me limito solo a asentir. Decir unas pocas palabras y sonreír.

Una muchacha llega con unas copas y un vino. Y no le quita los ojos de encima al señor Di Francesco.

 – Carol si ya terminaste te puedes retirar – le dice Daliza a la chica. Que se pone roja De la vergüenza

– si señorita – asiente con la cabeza y se va

– Damiano, la muchacha esta babeada por ti – le dice Daliza en tono burlón. Y alzando ambas cejas

– Yo no le veo lo gracioso Daliza – le responde mi jefe algo molesto

Todos se ríen excepto yo. No creo conveniente reírme de mi jefe.

Cuando comienzan a servir el vino y llega mi turno. No sé cómo decir que no tomo alcohol. Me da pena rechazar

– discúlpenme. No quiero ser grosera de verdad, pero yo no tomo alcohol

– tranquila. Damiano tampoco toma alcohol. Te pediremos lo mismo que va a tomar el – me dice Daliza muy amablemente

– gracias, de verdad no quiero causar molestia

– cariño no es ninguna molestia. Así que tranquila – me dice la señora Bianca. Con una gran sonrisa.

Nos trajeron una bebida amarilla a los dos. A mi jefe y a mí. Es de maracuyá. Deliciosa. Tiene un poco de menta. Y le han puesto una pajilla. Me gustan las pajillas

– Laura así que vas a estudiar en la universidad de roma la sapienza –me pregunta Renato

– Si – solo me limito a responder eso

– qué carrera

– derecho

– al igual que Daliza – dice señalando a su hermana

– a que bueno – dice ella. Sonriéndome.

Estas personas sonríen mucho. Seguro mi jefe es de esta familia. Puede que sea adoptado

– espero nos toque juntas

– si eso sería bien

– Otro abogado más para la familia – dice Renato. Con su voz cargada con un toque de fastidio

– Renato que tu no hayas querido estudiar derecho. No significa. Que los demás. También lo hagan – le dice mi jefe. Muy serio.

Esta sentado de piernas cruzadas. Y no mira a nadie.

– sí, si querido hermano tienes razón, pero solo digo que hay más carreras – le responde moviendo sus manos De manera de obviar lo que el señor Di Francesco dice

– usted que estudio. Señor Di Francesco – obviamente me refiero a Renato

– Solo Renato preciosa. yo estudie economía y manejo las otras empresas de la familia que no son bufetes de abogados

– yo estudiare derecho porque me gusta Renato y así poder quitarle los bufetes a Damiano – dice Daliza en tono de juego.

Valla forma de jugarse entre hermanos. Yo lo único que le podía quitar a los míos eran dulces.

– economía. No es una mala carrera. Y señorita Daliza la felicito por su elección al estudiar derecho espero podamos coincidir en las cosas de la universidad. y con respecto a usted señor Renato. o perdón. Renato. Mi hermano también estudia economía, he leído algunos libros relacionados con el tema y me parece algo muy interesante

– Muy bien dicho Laura – me responde Renato. Levantando su copa en mi dirección

– yo también espero que coincidamos en las cosas de la universidad – me dice Daliza

Llego la misma muchacha. Pero ahora no mira al señor Di Francesco

– la comida ya está lista pueden pasar al comedor – dice a toda prisa.

– Bien pasemos al comedor y muchas gracias Carol ya puedes retirarte –dice la señora Bianca

Al llegar al comedor. La señora Bianca se encarga de colocarnos lugar a todos

– Renato tu iras en medio de Daliza y Fiorela. Y tu Laura –dice mirándome

– Tu Laura al lado de Damiano – mierda lo sabía.

Qué tal si envenena mi comida. O se niega a comer a mi lado

Nos sirvieron una comida espectacular y tal cual dijo Fiorela es tanta que creo que no voy a comer en un mes.

Al terminar de comer. Todos comienzan a hablar sobre las vacaciones pasadas y de lo mucho que extrañan. Ir de paseo a Sicilia con los padres de Fiorela

– disculpen creen que podría dar un paseo por el jardín – pregunto.

Rogando a que digan que sí. Eso de estar en el mismo lugar. Que el carismático de mi jefe. Me está dando tortícolis. Y ya me siento ajena a la conversación. Así que esta es mi momento para huir

 – claro linda estás en tu casa – me dice la señora Bianca

 – Gracias – me levanto. Pidiendo disculpas. Y me hecho a caminar hacia el jardín

Hay árboles hermosos .Pero uno me ha encantado. un columpio guinda de él y sus ramas caen como cortinas cubriéndolo. Con flores de color lila es realmente hermoso.

Me siento en el columpio haciendo que permanezca quieto. Siempre le he tenido un poco de miedo a los columpios.

Sentía que cuando se mecían muy alto en un punto iba a caerme.

Sé que es algo loco. De hecho, un ser humano normal. No les tendría miedo a esas cosas. Pero jamás me he considerado un ser humano normal así que puedo permitirme tener ese miedo.

Hago lo posible para que el columpio se quede quieto. Este lugar además de hermoso. Es tranquilo y silencioso. y la tranquilidad y el silencio. me gusta mucho. Escucho un ruido. Al parecer alguien viene.

volteo lo más rápido que puedo. y ahí está Damiano Di Francesco.

es la primera vez que digo su nombre que extraño se siente.

<<Dios este hombre sí que es hermoso>>viene caminando hacia mi

 – Señorita Laura puedo decirle así – me pregunta. Muy serio. Cuando el no está serio.

 – si claro – susurro

– Cómo es que mi asistente personal termina almorzando con mi familia y es la mejor amiga de mi prima y yo no sabía nada – dice con una pisca de altivez en su voz y reproche

– Créame yo tampoco sabía nada de que eran familia – trato de responder en el mismo tono

– espero sepa que yo no trato con mi personal de trabajo. y que nuestra relación es estrictamente laboral –

claro porque acariciar los labios de tu asistente personal es estrictamente laboral

<< ¡Y aquí vamos el gran orgulloso y prepotente Damiano Di Francesco!>>

– el hecho de que mi familia este encantada con usted y sea casi hermana de prima no cambia nada usted es mi empleada y yo su jefe quedo claro –

Y el que pretendía que porque me cae bien su familia. Y su prima es casi mi hermana las cosas cambiarían. Estúpido prepotente.

Que vendría aquí todas las tardes y tomaría él té a gusto con él.

– quedas más que claro. Y ya que estamos aclarando puntos acerca de la posición de cada quien yo para usted soy la señorita Villarroel –

Le respondí tratando de sonar. Seria y muy convincente. Si él puede ser tan grosero conmigo. No tengo porque tolerarlo – además, no pensaba que nuestra relación fuera más que de trabajo. Digamos que, aunque a mí también me ha encantado su familia no todos sus miembros son de mi más placentero agrado. Así que creo que ya cada quien tiene sus puntos aclarados. no hay más que decir muchas gracias por todo creo que iré por Fiorela porque la estancia ya se me hizo un poco incomoda con permiso me retiro –

Le digo mientras camino en su dirección para salir de este lugar. justo cuando pase un poco más delante de él me toma del brazo y me da vuelta y quedo frente a él.

Toma mi brazo con fuerza. Me acerca a él. Tengo sus intensos ojos en mi cara es mucho más alto que yo, estamos muy cerca. Tanto que su nariz rosa la mía. Frente a frente. Siento su respiración en mi rostro. Mientras la mía se va acelerando. Por tenerlo tan cerca.

– hule usted muy bien – dice respirando con fuerza. Para inhalar mi olor como un depredador a su presa.

y a este qué diablos le sucede. Primero que solo soy una empleada insignificante y ahora que huelo bien. Necesita ayuda urgente.

– disculpé si fui grosero. Solo que no acostumbro que mis empleados se mezclen en vida familiar – me dijo con un tono de voz sincero.

Pero ya de verdad necesita ayuda.

Como puedo me suelto. Para que note que no quiero que me toque. Y me aparto. A una distancia considerable.

– primero que sea la última vez que me toca sin mi permiso. y segundo ya le dije que no se preocupe ya fue lo bastante claro y lo entiendo –

le digo molesta. No puede insultarme y después hacer como si no ha hecho nada  – así que no se preocupe –le digo. Dándome vuelta y caminando en busca de Fiorela

Laura tu estúpida lengua insensata. Te va a dejar sin trabajo. Me repito mientras camino

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