"Lisandra"
Escuché a Patricio preguntarme si estaba segura y en mi mente lo único que sabía era que si no estaba segura de esto, no podría estar segura de nada más en la vida. Lo que Patricio aún no había entendido era que, en el momento en que me besó, fue el momento en que ya no hubo vuelta atrás, fue el momento en que me volví irrevocablemente suya.
Entonces, bajo sus ojos atentos, me incliné hasta la mesita de noche y tomé uno de los preservativos que puso ahí, rompí el empaque con el diente y saqué el preservativo. Me alejé un poco y, antes que nada, toqué su miembro, estaba duro como acero, palpitante y era al mismo tiempo suave en mi mano. Dejé que mi mano se deslizara por él, sus ojos se cerraron y su boca se abrió en una perfecta o. Sonreí, satisfecha con lo que vi ahí, era todo mío, al menos por esta noche.
Deslicé el preservativo por su longitud, dejándolo perfectamente ajustado y él observó cada desarrollo del látex como si estuviera admirando mi trabajo.
—¿Tienes algun