Zaid—¿Y vas a seguir trabajando en la empresa después de lo que ha pasado?—escuché la pregunta de Julio a Isabella cuando se sentaron en la sala después de un largo desayuno en familia, no me habían visto que iba detrás de ellos, ya que me había quedado con mi jefe de seguridad revisando unos detalles de un viaje sorpresa que quería darles a los hermanos y claro, también a Isabella. Me detuve a cierta distancia para que no me vieran y no ser tan obvio al llegar. —Sí, seguiré trabajando. —respondió Isabella en un tono a la defensiva. —Tengo un trabajo, y renunciar a él en este momento, es lo menos que quiero, me mantiene activa…—Y cerca de tu esposo.—dijo Julio en un tono divertido. —Pero dime algo, ¿Te encuentras bien? Te he notado algo inquieta. Se hizo un largo silencio. —No es nada, ¿Quieres café?—no escuché una respuesta de Julio, luego las voces de sus otros dos hermanos se escucharon en la sala. —He quedado muy lleno, estuvo deliciosa la comida, —dijo Luis—¿Entonces reposa
IsabellaSabía que algo no estaba bien, ¿Por qué ahora estaba bastante pálido? ¿Realmente era el dolor de cabeza que decía tener? Me crucé de brazos y suspiré. —Vamos, habibati, vamos a casa. —insistió. Entramos al elevador, nos dirigimos al lobby y el auto ya esperaba por nosotros en la entrada principal, ya no me importó que alguien nos viese juntos, incluso él lo notó y al salir por las puertas de cristal que daban a la calle, tomó mi mano, la elevó a sus labios y dejó un beso en mis nudillos. «Amo a este hombre»Durante el camino, hablamos acerca de donde iríamos al día siguiente con mis hermanos, quería llevarlos al restaurante donde había probado comida mexicana, pero luego negó, diciendo que se le antojaba algo más que picante, quería algo dulce y luego negó, eso me hizo sonreír, estaba indeciso pero al mismo tiempo entusiasmado. Pasé saliva un momento al sentir mi estómago haciendo maroma, eso me recordó que debía de ir a recoger mis análisis, pero necesitaba ir sola, querí
Azahara—Así que este es tu inversión—dije dejándome sentar en uno de los sillones de la sala, la vista desde aquí, era espectacular. —Te dije que es una buena inversión, además, —Ibrahim se detuvo frente a los grandes ventanales y miró por un momento en silencio hacia el exterior, se giró hacia mí y sonrió, señalando con su dedo hacia el paisaje. —Además, me encanta que tengamos a nuestro enemigo en común a unos cuantos metros de distancia. —me tensé al escucharlo decir eso, él se estaba refiriendo a Zaid, a su empresa que estaba frente a este edificio. —Estoy empezando mi plan, en menos de tres meses, Ashgar Exportaciones, será nada, nadie recordará esa empresa. —¿Y cómo harás todo eso en menos de tres meses? Sabes que mi padre dijo que Zaid está demasiado enraizado con este negocio y que sería difícil llevarlo a la ruina. —le recordé las palabras de mi padre una vez que Ibrahim lo había convencido de cobrar venganza por lo que me había hecho, el romper nuestro compromiso de años
IsabellaEstaba ansiosa por algo y no sabía el motivo. Tomé el brazo de Zaid una vez que me lo ofreció. La hermosa mujer que se acercó, nos guio a una mesa en un área privada, al caminar entre los comensales, Zaid estaba como escudo humano dirigiéndome al lugar. La mujer se detuvo y nos señaló el espacio. —Gracias—dijo Zaid en un tono serio, la mujer intentó sonreírle, pero él de manera sutil la ignoró, ella me miró y luego de manera rápida nos dejó para que nos acomodáramos. —Debiste, aunque sea sonreírle de manera amable por su atención. —le dije aceptando el gesto de separarme la silla para que me sentara, él presionó sus labios y negó al mismo tiempo que tiró de la silla para sentarse —no frente a mí— sino a mi lado. —Solo sonreiré a mi esposa, a mi mujer, no tengo por qué sonreírle a otra mujer. —sus palabras me dejaron callada, —Así como espero que tu sonrisa sea solo para mí. —Hay de sonrisas a sonrisas, Zaid. —él arqueó una ceja. —Hay sonrisas que son por educación y…—detu
Isabella«Era la misma Azahara, aquí, en Toronto, en el servicio de damas de un restaurante que habíamos llegado de último momento, ¿Casualidad del destino?, o ¿Planeado?»—Azahara—esa única palabra salió de mi boca, sin dejar de mirar su reflejo contra el espejo, estaba a mi lado, ella pareció no sorprenderse por mi presencia, entonces eso me hizo pensar muchas cosas… «¡Dios mío, Zaid!» Y ella, como mujer musulmana, no debía de estar sola sin un pariente de sangre, mi corazón latió más rápido el solo imaginar que Ibrahim estuviese esperando afuera del servicio. —¿Le comieron la lengua los ratones, señora Ashgar?—la forma en que había hecho la pregunta, me hizo inquietarme más. —Oh, me sorprende verla en un lugar tan lejos de su hogar. —le contesté lo más tranquila que pude. Noté como sus ojos se fijaron en una de mis manos, supuse de inmediato que quería mirar mi argolla. —Estoy en la ciudad por negocios. ¿No se puede visitar Toronto?—su pregunta me tomó por sorpresa.—Está en lib
Zaid Isabella había subido las escaleras después de hacer nuestras promesas, pero no me quedaría tranquilo hasta abarcar todo a nuestro alrededor. Estaba en el despacho escuchando cada detalle que había investigado mi jefe de seguridad, pero al final, estábamos igual, habían usado los Ayad sus contactos para ocultar que estaban en la ciudad y no teníamos información desde cuándo. Pero la pregunta del millón fue “¿Por qué tanto anonimato?” “¿Qué era lo que estaban ocultando?” —No lo vimos ver, señor Ashgar. —anunció John, preocupado. —Es mi culpa. —No quiero que bajes la guardia ahora más que nada, si tienes que contratar más personal para protegernos, hazlo sin dudar, John. —Sí, señor. —Hizo una breve pausa— ¿Va a tomar las mismas medidas para la familia de la señora Ashgar una vez que regresen a México? —esa pregunta ya tenía una respuesta. —Sin dudar, John. —La señorita Ashgar, llegará pronto, llegará con su propia seguridad, ¿Querrá que también aumente la de ella? —No será ne
Después de su inolvidable boda en Dubái, Isabella y Zaid se sumergen en los primeros compases de su vida matrimonial. El amor que los une es fuerte y poderoso, pero pronto se enfrentarán a desafíos inesperados que pondrán a prueba su relación y los llevarán a explorar los misterios del destino.En sus primeros meses como pareja casada, los celos se apoderan de Zaid y sus inseguridades comienzan a emerger. Desea proteger a Isabella y ansía tenerla siempre a su lado, lo que provoca tensiones en su relación. Mientras tanto, Isabella se debate entre su amor por Zaid y su deseo de seguir trabajando como su asistente. La lucha por mantener su independencia se intensifica y se preguntan si podrán encontrar un equilibrio que satisfaga a ambos.En medio de estos conflictos internos, la vida de Isabella y Zaid da un giro inesperado cuando se ven envueltos en una serie de atentados. Estos eventos amenazan su seguridad y despiertan en Zaid la sospecha de que alguien está conspirando para hacerles
Isabella Export Ashgar, Toronto, -Canadá. Mi mirada estaba fija en la pantalla de mi monitor mientras finalizaba los detalles para el evento del fin de semana. Sentía una mezcla de emoción e inquietud. Zaid se había obsesionado con la idea de revelar nuestro nuevo estatus en la empresa: que yo, Isabella Sánchez, la asistente de presidencia, era su esposa. Aunque prefería mantener mi anonimato por unos meses más, esta mañana discutimos sobre el momento preciso, y él insistió en hacer el anuncio durante el evento. —Aquí tiene, señora —apareció la señora Bruce y me entregó una pequeña caja con un lazo rojo. Nuestros ojos se encontraron brevemente, fruncí el ceño y tomé la caja con una mano. —Gracias, señora Bruce —respondí cortésmente mientras ella se dirigía a su escritorio. Desde que supo que su jefe era mi esposo, había mantenido la relación laboral en total armonía. Aunque Zaid le había asegurado en repetidas ocasiones que no haría distinciones, a veces parecía incitarla a acerca